Cuando acudimos al teatro y contemplamos la interpretación de los actores sobre el escenario, ¿acaso creemos que la están improvisando? Incluso cuando vemos un monólogo del Club de la Comedia o escuchamos a un cuentista narrar una historia, ¿de verdad creemos que están contando lo primero que se les viene a la cabeza? En realidad estamos contemplando el resultado final de muchas horas de preparación.
Javier Reyero recoge en su libro «Hablar para conVencer» una vieja máxima de la radio:
«No hay mejor improvisación que la improvisación ensayada.»
—Javier Reyero
Cuanto mejor ensayada está la interpretación, más natural y espontánea parece sobre el escenario. El arte de presentar no es ajeno a esta máxima. No importa lo experimentados que seamos como oradores, siempre es buena idea ensayar antes de una presentación. Los ensayos ayudan a terminar con los nervios. Cuanto más ensayamos, más seguros nos sentimos de nosotros mismos y de nuestro material. Un ensayo adecuado nos servirá para dominar la presentación y reducir los posibles errores durante la misma. Cuando alguien me dice: «Yo tengo muchas tablas, no necesito ensayar», ¡me echo a temblar!
Ensayar te aporta numerosos beneficios
Oradores hay con muchas presentaciones a sus espaldas quienes consideran que no necesitan ensayar. A pesar de ello, siempre se nota quién ha ensayado y quién no. Nunca deberían subestimarse algunas de las ventajas de un buen ensayo que nos recuerda Javier Reyero:
- Verificas la información que vas a exponer. Mejor aún si puedes hacer el ensayo delante de colegas que conocen el tema para que puedan buscar lagunas en tus razonamientos o fallos en tus argumentaciones.
- Te preparas para la tensión que genera la aparición en público. Una de las mejores formas para combatir el miedo a hablar en público es ensayar tu presentación. El ensayo ayuda a sobreponerse a los nervios cuando llegue el momento de la verdad. El ensayo genera confianza y disminuye la ansiedad.
- Sientes algunas de las sensaciones que se experimentarán durante la presentación. El ensayo debe tener emoción. Cuanto más se parezcan las condiciones del ensayo a las reales de la presentación final, mejores serán los resultados.
- Mides el tiempo real de la exposición. Nunca debemos excedernos del tiempo asignado. Es más, deberíamos utilizar un 80% del tiempo como máximo. Ensayar ayuda a mantenerse dentro de los límites establecidos. Incluso los mejores oradores del mundo corren el riesgo de pasarse del tiempo si no ensayan.
- Reduces las posibilidades objetivas de cometer errores. Al ensayar en las mismas (o casi idénticas) condiciones que en la presentación definitiva, pones a prueba todo tu material multimedia, iluminación, demos, sabes lo que dirás ante cada transparencia, etc. Los errores que puedan surgir en tu primer o segundo ensayo, habrán sido pulidos y superados. Cuantos más errores detectes en los ensayos, menos cometerás en la presentación.
En la siguiente entrada se ofrecerán una serie de pautas para realizar un buen ensayo.
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¿Sueles ensayar antes de una presentación? ¿De qué manera? ¿Por qué no? Comparte tus experiencias con el resto de lectores.
Muy buena historia, sí. Ahora veo de donde te viene tu arte 😉
De todas formas, si tienes que ensayar cada presentación, ¿no es demasiado trabajo? Yo la verdad no tengo tiempo para ensayarlas. Bastante que saco tiempo a hacer los PPTs, como para ponerme con la cámara de vídeo a grabarme. Vamos, que, estoy de acuerdo con lo que dices pero lo veo muy difícil por falta de tiempo.
La falta de tiempo es una excusa frecuente para no ensayar, como el leñador que cortaba madera con un hacha con el filo embotado porque, según él, no tenía tiempo para pararse a afilarla. Escribiré una entrada sobre excusas para no ensayar. La excelencia lleva tiempo. Si queremos ser excelentes hay que meter muchas, pero muchas horas. En esto, como en todo lo demás.
Joder, Gonzalo. Eres un crack. No sabía que además también contabas historias. Me ha encantado. La próxima vez que actúes aquí en Madrid, avísalo.