EjecutivoUn joven ejecutivo telefoneó un día a su representante en el extranjero y anunció lacónicamente: “Llamando para dar instrucciones. Esta llamada no durará más de tres minutos. Yo hablaré y usted no deberá interrumpirme. Cualquier comentario o duda que tenga usted que exponer, deberá transmitírmelo más tarde por email.”

Y dicho esto, empezó a transmitir su mensaje. Pero lo hizo tan rápido que no agotó los tres minutos. “Tenemos aún veinte segundos”, le dijo a su interlocutor. “¿Tiene usted algo que decir?”

“Sí”, respondió el otro. “Ha hablado usted tan deprisa que no he podido comprender una sola palabra”.

—Anthony de Mello, “La oración de la rana (2)”

Desgraciadamente, asistimos a demasiadas presentaciones en las que el orador habla tan rápido que no nos da tiempo a asimilar sus ideas. Las transparencias pasan volando por la pantalla a velocidad de vértigo. No hemos terminado de interpretar un gráfico o de captar un concepto, cuando ya aparece la siguiente transparencia cargada de nuevas ideas, textos y diagramas. Así no hay quien comprenda ni recuerde nada. Al poco rato, nos desmoralizamos y terminamos desconectando.

Las pausas constituyen un potente recurso para transmitir un mensaje a la audiencia

Debemos aprender a intercalar pausas dentro de nuestras presentaciones. Algo aparentemente tan sencillo como guardar silencio durante más de tres segundos resulta sin embargo de una dificultad apabullante subidos a un escenario. Sin embargo, las pausas son tan valiosas y mejoran tanto un discurso, que debemos esforzarnos por incluirlas con naturalidad.

Intercala pausas en tus presentaciones

  • Un momento de silencio puede conseguir más que mil palabras. Los silencios son elocuentes. Crean un vínculo entre el orador y la audiencia. Añaden énfasis a las palabras.
  • Durante la pausa, se obliga a la audiencia a prestar atención y también se le permite digerir la última información suministrada. Es como la pausa entre plato y plato de un menú bien servido. Permite que se rían, se asombren, tomen notas o rumien la información.
  • Después de cada idea y antes de pasar a la nueva, una pausa nos da tiempo para ordenar nuestros pensamientos. Pausas cortas entre frases largas también nos proporcionan ese respiro para reorganizar mentalmente la siguiente oración o el curso de la charla: ¿introduzco una historia?, ¿cuento esa anécdota?, ¿explico más este concepto o paso al siguiente?
  • Un uso muy eficaz de la pausa en una presentación es la doble pausa: se efectúa una pausa antes de la frase importante que se desea enfatizar y otra pausa al final. La primera anticipa información importante por llegar y la segunda permite digerirla. Al aislarla del continuum de tu discurso, equivale a destacar dentro de un llamativo recuadro una frase en un documento escrito.
  • Una pausa es como un vacío en el discurso. Y nada causa tanto horror como el vacío. Dominar el uso de la pausa es difícil y requiere un gran coraje y confianza en uno mismo. Un orador que aprenda a hacer un uso eficaz y dramático de la pausa transmitirá una seguridad en sí mismo que conectará rápidamente con el público. La pausa atrae la atención del público y obliga a que las miradas se centren en uno, momento que puede aprovecharse para establecer contacto visual con la audiencia.

Recuerda, en tu próxima presentación, pulsa el botón de pausa.

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