Ayer participé en la 9ª Convocatoria Internacional de IDC sobre Seguridad TIC en España. Además de mi interés como profesional de la seguridad de la información en el contenido de las charlas, por supuesto me fijé también en los aspectos sobre presentaciones recogidos en el Arte de Presentar, observaciones que me han empujado a escribir las siguientes reflexiones.

Si el tiempo es escaso, selecciona bien tus ideas clave

Esta jornada presentaba una característica inusual en este tipo de eventos: debido a una agenda apretadísima, con 19 charlas en siete horas, la duración de cada una estaba limitada a 20 minutos. A priori, este formato de 20 minutos siempre me ha resultado muy atractivo, porque permite que gran cantidad de ponentes expresen sus ideas en un mismo día. Además, si alguno resulta especialmente aburrido, uno se consuela pensando que sólo habrá que soportarlo durante un corto rato.

El nivel de los ponentes fue muy elevado. Sin embargo, algo que me llamó la atención fue que todos manifestaron gran sorpresa acerca del tiempo asignado cuando tomaban la palabra, con frases en la línea de “me han dicho que tengo 20 minutos para mi presentación”, como si les hubieran avisado justo en el mismísimo momento de salir al estrado de que la duración era de 20 minutos en lugar de una hora, asombro incomprensible teniendo en cuenta que el programa de las conferencias había sido repartido con semanas de antelación.

Lo más chocante eran las frases con que los ponentes iniciaban o terminaban sus charlas. Uno tomó la palabra con la siguiente perla: “Como voy a tener que hablar muy rápido…”. Este ponente y, aparentemente, todos los demás, confunden disponer de poco tiempo con contar muchas ideas más rápidamente. ¡¡¡No!!! Disponer de poco tiempo no significa que haya que correr para contar en 20 minutos una charla pensada para una hora. Significa que debemos decir lo justo en el menor tiempo posible, para lo cual buscaremos las ideas importantes que pueden contarse en ese tiempo y olvidarnos de los detalles irrelevantes y de datos auxiliares.

Como sagazmente nos recuerdan los autores de Saber hablar:

«Cuando a un orador le falta tiempo en su intervención denota falta de preparación y de organización del contenido.»

El moderador usaba un sistema con luces para controlar el tiempo de intervención de los ponentes: se encendía una luz de color ámbar cuando faltaban 3 minutos para la finalización y roja cuando se agotaba el tiempo. Ni que decir tiene que ni uno solo de los conferenciantes acabó antes de encenderse la luz roja. Todos cometieron al menos uno de los siete pecados capitales de las presentaciones: no ajustarse al tiempo. De hecho, alguno aquejado de verborragia sobrepasó el tiempo asignado en más de 15 minutos, haciendo gala de una impresionante falta de respeto hacia el resto de ponentes y todos los asistentes. Lo más gracioso fue la perla con que nos regaló cuando al tomar conciencia de que estaba fuera de tiempo: “Como ya me han encendido la luz roja, tengo que ir más deprisa”. Nuevamente, se confunde poco tiempo con gran velocidad.

Dimensiona tu presentación para el tiempo asignado

Todos los conferenciantes cometieron el mismo error en sus presentaciones: sus transparencias estaban dimensionadas para una charla de una hora. Posiblemente habían repetido la misma presentación en otras ocasiones disponiendo de todo ese tiempo. Ahora bien, cuando se enfrentaron al reto de una charla de 20 minutos, no asumieron el esfuerzo de seleccionar sus ideas fundamentales ni reflexionaron sobre cómo comunicarlas de manera atractiva y convincente en menos minutos. Simplemente, corrieron más. En consecuencia, muchas transparencias volaban, otras se explicaban deprisa y mal, se ponían nerviosos cuando veían la luz roja, conscientes de que aún estaban a mitad de presentación, las conclusiones eran débiles y apresuradas, …, en definitiva, ponentes brillantes lucieron opacos, a pesar de su profundo conocimiento del tema y de contar con muy buen material. Su error consistió en no planificar la charla adecuadamente.

En España somos incapaces de plasmar una idea en 20 minutos

Los ponentes se quejaban de que “en 20 minutos no da tiempo para nada”. ¡Qué curioso! En las conferencias TED algunos de los mejores profesionales del mundo realizan las mejores presentaciones que se hayan visto jamás en tan solo 18 minutos. Aprende de los ponentes de TED. Si uno sabe del tiempo que dispone, lo que no diga y considere relevante se debe a su ineficacia. Dimensiona siempre los contenidos en función del tiempo disponible y tu presentación brillará con luz propia.

Si uno tuviera todo el tiempo del mundo para decir algo, ¡no tendría oyentes! Sé breve.

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¿Alguna vez has dado una conferencia en 20 minutos? ¿Crees que es posible comunicar algo importante en ese tiempo?