“Hablar en público nos desnuda” – Pascale Bang-Rohuet
A lo largo de toda nuestra vida vamos día a día construyendo nuestra identidad. Esta identidad se revela con toda claridad cuando hablamos en público. Para muchas personas hacer una presentación supone una situación con una fuerte carga emocional ante el miedo a ser juzgadas, a ser evaluadas negativamente, a hacer el ridículo, etc. No importa con qué cuidado preparemos el contenido de la presentación, subidos al estrado el lenguaje no verbal nos traiciona. ¡No puedes no comunicar! El cuerpo y la voz emiten mensajes continuamente, a menudo inconscientemente. Los gestos, la mirada, el tono, la postura, el movimiento de la cabeza, los microgestos faciales, ¡todo comunica! Sin darnos cuenta, al subirnos al escenario estamos desvelando parte de nuestra historia personal.
Los cuatro perfiles como orador
En la vida nos movemos entre la inseguridad y la confianza, entre la dependencia y la autonomía, entre la culpa y la responsabilidad, entre el aislamiento y la relación. En función del rol que hayamos elegido en la vida, así seremos sobre el escenario.
En su libro ¿Qué nos jugamos cuando hablamos en público? su autora Pascale Bang-Rohuet diferencia cuatro perfiles de orador en función de nuestro nivel de autoestima:
1. El orador que se ve (-) y ve al público (+).
Posee un nivel de autoestima personal bajo y un alto grado de timidez y pudor. Piensa que el público sabe más que él y que lo va a juzgar. Ha elegido un rol de víctima, se ve vencido e incapaz de actuar para cambiar una situación o defender sus ideas. Su dependencia hacia los demás le hace pensar que el público es superior a él.
2. El orador que se ve (-) y ve al público (-).
Posee el mismo perfil que el anterior, pero con una visión todavía más pesimista porque analiza todo en clave alarmista. Ha elegido un rol de víctima y se encuentra siempre en un callejón sin salida, porque no tiene confianza en nadie. Es una persona muy insegura y amargada. Tiene un problema de inferioridad y problemas de relación por su insatisfacción permanente.
3. El orador que se ve (+) y ve al público (-).
Posee un perfil prepotente, se siente superior a su público y en general escucha poco a los demás. Ha escondido su inseguridad bajo un falso rol de dominante. La prepotencia es un epifenómeno de su falta de confianza en sí mismo.
4. El orador que se ve (+) y ve al público (+).
Consigue su objetivo porque posee una visión (++) y tiene una comunicación equilibrada con el público. Es una persona abierta a los demás, con gran facilidad de adaptación. Ha elegido un rol de adulto que confía en sí mismo y en los demás.
Como dice Pascale: “Cambiar de rol requiere una transformación completa de nuestra personalidad y de nuestras relaciones con los demás”. ¡Empecemos a cambiar hoy!
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¿Cuál es el estado emocional que quieres para ti y para tu audiencia?
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¿Con qué perfil de orador te identificas? ¿Cuál es el rol que adoptas habitualmente en la vida?
Su blog es muy interesante y de gran profesionalidad. Tal vez le interese este link para ampliar información:
http://www.elartedelaestrategia.com/lenguaje_corporal.html
Saludos
Laura Prieto
Creo q es totalmente cierto y me gustaria añadir….si cambias tu conducta, tu fisionomía, tu voz…..cambiaras tu pensamiento, tu manera de vivir ese momento, y exponerte a la audiencia.
que bobada
Esto me recuerda a la ventana de Johari!!
Lo malo de estas clasificaciones es que son muy estáticas y al final limitan. Pero bueno, como ejercicio de punto de partida de reflexión no está mal.
Es cierto que son muy estáticas, pero no es menos cierto que la mayoría de los ponentes hablan desde la casilla VÍCTIMA o PREPOTENTE. Nuestro objetivo es llegar a hablar siempre como ADULTO y no es fácil.
Ahondaré más en el tema en futuras entradas.
Visto el cuadro de doble entrada, está claro cómo querríamos comportarnos. Pero creo que mi perfil ha ido cambiando, incluso no es fijo hoy día. Depende del contexto, del tema… Incluso al final creo que son más continuums que posiciones fijas.
He visto a muchos ponentes a lo largo de mi vida. Algunos hablaban desde el mismísimo centro de la casilla PREPOTENTE, por mucho que se les llenase la boca con frases de que lo que importa son las personas y ese tipo de discurso tan políticamente correcto pero que no se creen en absoluto, porque lo único importante para ellos son ELLOS MISMOS.
Sí que podemos ir de una casilla a otra, pero a veces nos cuesta «salirnos de nuestras casillas». Ahí tenemos un bonito trabajo por delante: llegar a hablar siempre desde la casilla ADULTO.
Y ahora, si pudiera pedir… pediría tres artículos con guías para superar los tres primeros roles 😉
jajaja pues no pides nada tú 😉 Haré lo que pueda por ir resondiendo a esas preguntas, aunque si buceas en el blog verás que ya he ido deslizando numerosas referencias. En resumen, yo diriía que la clave reside en el interés sincero por la audiencia.
Excelente.