“Nunca use una palabra larga donde pueda usar una corta.”
George Orwell
El profesor de Lengua, Literatura y Comunicación José María Romera escribe en su blog Festina lente que actualmente hemos sucumbido víctimas de “la plaga de las sesquipedalia verba, como ya las llamó el poeta Horacio en su Arte poética: palabras ampulosas, alargadas a base de la acumulación sufijos y prefijos, vestidas de una falsa pompa o de un dudoso cientifismo que al parecer las hace sabrosas para su emisor y cautivadoras para sus oyentes”. Es significativo que el propio Horacio recomendara no ponerlas en boca de los héroes de tragedias, “pues en vez de llegar al corazón del espectador se distanciaban de él”.
Archisílabos es el nombre que en 1995 el profesor vasco de Filosofía Política y Teoría de la Democracia Aurelio Arteta acuñó para estas palabras “que se van incorporando al uso cotidiano del hablante, preferidas por su mayor largura o inventadas a fuerza de estirar el número de sus sílabas”. A lo largo de los años, ha publicado varios artículos en el diario El País denunciando el vicio archisilábico que ensucia el discurso público de políticos, periodistas y profesionales de todos los ámbitos. Estos archisílabos se están colando dentro de nuestro lenguaje “con tal naturalidad que ya casi nadie reconoce ni usa el vocablo más corto del que procede o al que viene a suplir”.
Tal y como denuncia Arteta, “rebosantes de términos ampulosos, nuestros discursos se vuelven a un tiempo más largos de palabras y menos sobrados de ideas”. Da la impresión de que salpicamos nuestras presentaciones con esta verborrea archisilábica en un intento desesperado por suplir la “pobreza de conceptos” mediante la “exuberancia en los términos”.
Conectar con la audiencia es pontificar: tender puentes. El lenguaje puede erigirse en una barrera para la comunicación entre tú y tu audiencia. El uso de un lenguaje excesivamente artificioso y pomposo esconde a menudo pedantería, charlatanería, pereza, ignorancia, o todas ellas. En definitiva, te distancia de tu audiencia, impidiéndote la conexión intelectual. ¿Por qué usar una palabra larga donde puedes usar una corta con el mismo significado? Es el principio de la simplicidad aplicado también al lenguaje. Este principio ya fue defendido por escritores de la talla de Ernest Hemingway, George Orwell y el español Azorín.
A modo de ejemplo, te muestro en la siguiente tabla una selección de archisílabos entresacados de los artículos de Arteta. A lo mejor te sorprende encontrar entre ellos archisílabos que usas a diario. ¡Evítalos! Revisa tu propio vocabulario cuando hables y elimina de tu presentación tantos archisílabos como descubras. Tu hablar será más claro y llegarás mejor a tu público.
Actualización 08/11/11
Os dejo el siguiente tweet con un enlace a un sitio que recopila archisílabos exhaustivamente:
http://twitter.com/#!/ammRds/status/133854075388313600
(Mi agradecimiento a Carlos Salas por descubrirme los archisílabos en su libro Las once verdades de la comunicación)
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¿Qué otros archisílabos monstruosos has escuchado últimamente? ¿Qué estrategias usas para evitarlos?
consulta-consultación
Adornación…en lugar de adorno.
Añadido, gracias
culpabilizar en lugar de culpar
Gracias, ése ya estaba, pero ¡hay muchos más!
Excelente artículo, hay una palabra de tu lista que me ha chocado; casi con total seguridad, el confusionismo no es un archisílabo de la confusión.
Por lo demás el artículo está muy bien y si ya esto lo combinas con limitar al máximo el uso de los adverbios acabados en «mente» la redacción queda mucho más… ¿eficaz o eficiente? 🙂
Saludos.
Para mí eficacia es la capacidad de cumplir un objetivo y eficiencia la capacidad de hacerlo gastando pocos recursos. Así que si pretendemos ahorrar saliva, yo hablaría de eficiencia.
Y sí, efectivamente lo de frecuentemente eliminar tajantemente los adverbios pertinazmente terminados en «mente» que prácticamente no aportan nada absolutamente es completamente necesario para mayormente hablar más eficientemente en un mundo desesperadamente huérfano de discursos raramente compuestos inteligentemente 😉
Yo creo que decir que «programación» es un archisílabo de «programa» está un poco cogido con alfileres ¿no?
Para mi un programa es una aplicación, cualquier pedazo de código con la capacidad de ejecutarse y realizar una función; y la programación engloba todas las acciones relacionadas con la confección de dichos programas que, aunque muchos aún lo crean, no se limita a picar teclas…
Buen artículo. Me ha gustado.
Yo lo entiendo más por la «programación del acto» y casos similares. Ahí deberíamos decir «programa». Los políticos y demás archisilaberos posiblemente no sepan lo que es «programación» como tú la defines. La mayoría no saben ni lo que es un ordenador o lo que es Internet 🙁
Ni se me había pasado por la cabeza ese significado de «programación», pero si se utiliza de esa forma que indicas… efectivamente, justificaría la muerte de politicastros y poetas de todo a 100.