Optimismo

“Llegar a ser es mejor que ser.”
—Carol Dweck, Mindset: The New Psychology of Success

No falla. En cada curso que imparto, siempre que muestro algún vídeo con un ponente exponiendo una gran presentación, alguien comenta que esa gente ha nacido con el don de hablar en público, o que tienen un talento natural, o, simplemente, que se les da bien. Olvidan que cuando vemos a un profesional en la cúspide de su carrera ejecutando de manera magistral cualquier acción, la que sea, en realidad estamos contemplando la culminación de un proceso de largos años. Lo que no vemos son los miles de horas de dura práctica ni los miles de fracasos.

Vemos a grandes oradores o a cualquier otro gran profesional en su campo respectivo y nos gusta pensar que nacieron ungidos por la mano de algún dios. No queremos verlos como lo que son: gente ordinaria como nosotros que se hicieron a sí mismos extraordinarios a través del esfuerzo.

El fracaso es la más común de las experiencias

El miedo al fracaso es la barrera más espantosa a la hora de progresar en nuestras presentaciones. Y es que el fracaso está estigmatizado en nuestra sociedad. Evitamos fracasar a toda costa. Y como consecuencia nos instalamos en nuestra zona de confort.

¿Cómo se ven afectadas nuestras presentaciones? Adoramos las listas de viñetas porque nos sacan las castañas del fuego. Poniéndolo todo en las diapositivas, ya no me quedo en blanco, ya no me olvido de ningún punto importante, ahora me siento seguro en otros idiomas, así no tengo que esforzarme, no destaco ya que hago lo que todos, tampoco me arriesgo pues adopto la norma ampliamente aceptada. ¿El resultado? Mis presentaciones se vuelven invisibles.

Y sin embargo, todo el mundo fracasa en algún momento de sus vidas. Sí, incluso nuestros mayores ídolos. Lo que distingue a las personas de éxito es su actitud hacia el fracaso: cómo se explican a sí mismos sus propios fracasos.

Los optimistas están convencidos de su éxito y todos podemos aprender el optimismo

Según el  Dr. Martin Seligman, uno de los investigadores más influyentes en el campo de la Psicología Positiva, los optimistas prosperan en la vida más que los pesimistas sencillamente porque se esfuerzan más durante más tiempo. La clave de su éxito reside en los estilos explicativos: la manera como nos explicamos a nosotros mismos lo que nos va aconteciendo, ya sea bueno o malo, buscado o evitado, afortunado o infortunado.

En su obra clásica, Aprenda optimismo, Seligman explica que las personas optimistas reaccionan ante la adversidad desde una presunción de poder personal. Sienten que el fracaso es temporal, ligado a circunstancias particulares y puede superarse con el tiempo gracias al esfuerzo y al cultivo de las habilidades personales.

Por el contrario, las personas pesimistas reaccionan ante la adversidad desde una presunción de indefensión personal. Sienten que el fracaso es permanente, generalizado a toda su vida y debido a sus propias incapacidades, por lo que no podrá superarse hagan lo que hagan.

Esta diferencia en cómo unos y otros se explican lo que les acontece causa un profundo impacto en sus vidas. Cuando el optimista fracasa, responde imaginándose cómo puede hacerlo mejor la próxima vez. Cuando el pesimista fracasa, asume que no hay nada que pueda hacer al respecto y abandona.

Cambia tu forma de explicarte el mundo y cambiará tu forma de presentar.

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