“El líder del pasado era una persona que sabía cómo dar instrucciones. El líder del futuro será una persona que sepa cómo preguntar.”
—Peter Drucker
Hay muchas formas como clasificar las preguntas, como por ejemplo, preguntas abiertas o preguntas cerradas. En mi propia definición, preguntas cerradas son las que se responden con un monosílabo o las que proponen un número limitado de opciones:
¿Te gusta la tarta de chocolate?
¿Vienes o te quedas?
¿No ves que eso está mal?
Como ves, las preguntas cerradas no abren muchas posibilidades, más bien las cierran. No contribuyen a indagar en los pensamientos, emociones o comportamiento de tu interlocutor. Los juzgan y limitan. Retienen en tus manos el control de la conversación.
Las preguntas abiertas, invitan al diálogo, a abrirse, a compartir
Compara las preguntas anteriores con las siguientes:
¿Cuál es tu postre favorito?
¿Qué te gustaría hacer?
¿Cómo valoras esa acción?
Cuando se formulan preguntas abiertas, sin juicios ni valoraciones, el diálogo se abre y das libertad a tu interlocutor para expresar abiertamente sus pensamientos, emociones o conductas. En vez de provocar la autojustificación, invitan al autodescubrimiento. Cedes al otro el control de la conversación.
Las falsas preguntas abiertas cierran y además juzgan
Si lo que buscas es que tu interlocutor participe, se sienta cómodo y sea sincero en sus respuestas, cuídate mucho de plantearle falsas preguntas abiertas, que esconden burdamente tus propios juicios de valor sobre el tema:
¿Cómo puedes soportar trabajar hasta tan tarde?
Has cerrado la puerta completamente, no le dejas salida a tu interlocutor, quien posiblemente se ponga a la defensiva porque capta de inmediato que lo estás juzgando negativamente.
Qué distinto sería preguntarle en cambio:
De 0 a 10, ¿cómo valoras la satisfacción que te produce tu horario de trabajo?
Ahora lo invitas a explayarse. Si su horario es extenuante posiblemente lo valore con un 1 y te cuente lo dura que es su jornada o cómo lo explotan.
Por el contrario, si su horario le encanta, la misma pregunta funcionará igual de bien, porque es neutral al no estar cargada con tus propios juicios de valor. Te contará lo magnífica que es su jornada y lo bien que la equilibra con su vida personal.
En cualquiera de los dos casos, una vez explicados los motivos para la nota asignada, puedes seguir indagando con ambos usando la misma pregunta:
¿Qué tendría que tener tu horario de trabajo para que le dieras un 10?
La misma pregunta funciona igual de bien para las dos situaciones, porque en ningún caso has juzgado ni valorado. En ambos la persona se siente cómoda. Desde la conexión, ahora podéis entablar un diálogo constructivo: ¿qué puede hacerse para mejorar, con independencia de cuál sea el punto de partida, una nota baja o una nota alta?
Aquí también tienen cabida las preguntas cerradas para comprobar el progreso:
Te sientes [descripción de su sentimiento]. ¿Es correcto?
¿Quieres que exploremos [aspecto]?
Busca construir, explora la tierra común, abre vías
Las presentaciones, las reuniones, las conversaciones son un viaje de exploración y aventura. El viaje empieza donde estáis ahora y termina donde os gustaría estar. El objetivo de este viaje no es saber más sino hacer más.
Invita a tus audiencias a la apertura y a la participación a través de las preguntas abiertas.
Créditos: Memory designed by Andrew J. Young from the Noun Project.
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45 preguntas que deberías hacerte tras tu presentación
DIÁLOGO ABIERTO
¿Qué tipo de preguntas haces durante tus presentaciones?
Aunque sea una frase hecha, y parezca que no tiene significado real, como siempre, excelente.
Desde hace tiempo tengo (entre otras) una duda concreta en relación a saber o adaptarse a las necesidades del público.
Cuando ofreces un curso (no te lo piden), a priorí, no tienes un público real sino lo que tu te imaginas, por lo que lo diseñas adaptando lo que tu quieres transmitir al público objetivo.
Entre mis compañeros hay dos posturas, un grupo quiere saber todos los datos posibles del público una vez matriculado, y luego adaptan la presentación que ya tenían hecha, incluso los temas (drásticamente a veces) a lo que creen que ese público real quiere, y otros piensan que los ajustes han de ser mínimos y que la clave es informar bien previamente de en que va a consistir el curso para que el que se apunte sepa que se va a encontrar.
La justificación del primer grupo es que normalmente «saben» los intereses de la mayoría (conocen bien los distintos grupos del sector), la justificación del otro, es que si se hace eso se deja de lado a aquellas personas a las que no se conocen y que se han apuntado al curso por lo que han leído de la información previa.
Se que lo que dictan los tiempos es la solución salomónica pero… ¿Cual podría ser técnicamente el enfoque más apropiado?
Hola, Juan
Se trata de una pregunta que exige una respuesta larga y compleja. De hecho, ya hay quienes se han embarcado en la creación de libros orientada a responderla. Te recomiendo que leas el siguiente, que a mí me ha iluminado y abierto los ojos para mejorar mis propios cursos y presentaciones:
Design For How People Learn
En próximas entradas iré glosando en el blog algunos de los hallazgos más valiosos que he encontrado en el libro.
Muchas gracias Gonzalo, la bibliografía que recomiendas es muy interesante. Como siempre excelente.
PD: No se hay un fallo con la web porque a veces me llega un aviso y luego no se ve la respuesta y alguna vez no me llega el aviso y hay nuevas entradas (no se si la diseñas y programas tu pero por si sirve de ayuda)