“Hacer preguntas es prueba de que se piensa.”
—Rabindranath Tagore

Estás en la mitad de tu ponencia y tienes la total atención de tu audiencia. ¡Enhorabuena! Aunque esta ventaja implica el coste de mantenerla, lo cual no siempre es tarea sencilla. Una de las fórmulas que mejor funcionan consiste en realizar preguntas directas al público asistente. Estas cuestiones procuran que la audiencia pueda resetear su atención y les orienta sobre el punto de la charla en el que se encuentran.

Pero, ¿qué sucede cuando es la audiencia quien pregunta al ponente? Para resolver de la forma más eficiente posible esta situación revisa este decálogo de recomendaciones:

1Responde cuando sea preciso

Mantenemos que las necesidades de la audiencia son prioritarias frente a las del ponente pero, si una persona del público interrumpe una explicación esencial para entender el contenido de la misma, te recomendamos que la contengas pidiendo permiso al interlocutor para hacerlo, y finalices tu punto de la exposición. Posiblemente la respuesta estuviera recogida en el mismo y el hilo de la ponencia permanecerá intacto para el resto de los asistentes. Si no fuera así, simplemente recupera la pregunta, agradécela, y resuélvela en el momento más adecuado.

2Repite la pregunta

Gracias a ello toda la audiencia sabrá ahora, por si no lo hubieran oído o entendido, qué se va a comentar a continuación. Esta repetición también conlleva una ventaja para el orador, quien contará con más tiempo para estructurar la respuesta.

3Sé breve

Desaconsejamos romper el ritmo de la presentación con respuestas demasiado largas. Es importante ser breve ofreciendo, eso sí, una respuesta completa.

4Responde a la pregunta siempre y cuando la pregunta tenga relación con la presentación

Aunque es necesario responder a todas las cuestiones puede que alguna no tenga nada que ver con la ponencia. En este caso es conveniente clarificar el objetivo de la misma y desplazar la respuesta a un entorno informal fuera de la sala.

5Si no sabes la respuesta, responde igualmente

Responde con honestidad si no conoces la respuesta con un: “Sinceramente lo desconozco, pero lo averiguaré” y hazlo en cuanto tengas oportunidad.

6De nuevo el momento más oportuno

Si la pregunta guarda relación con algo que está previsto aparecer más adelante en la presentación aplaza tu respuesta explicando que será respondida en los siguientes apartados.

7Distánciate del interlocutor

Un error básico a la hora de responder consultas de la audiencia es acercarse mucho a la persona que la formula dejando de lado el 99% de los asistentes. Para incluir a toda la sala en la respuesta es mejor hacerlo desde el punto opuesto al que se encuentre el interlocutor y, en la medida de lo posible, tratar de responder mirando a toda la sala.

8Si la pregunta es eterna…

Ninguna pregunta debería superar el minuto o minuto y medio como máximo. Si percibes que se extiende demasiado procura interrumpirla de la forma más cordial. Puedes comentar algo como: Disculpe, me he perdido, ¿me podría decir cuál es la pregunta?

9Si el interlocutor es un orador frustrado…

Si intuyes que la persona que realiza la pregunta sólo busca ser reconocido en el grupo, agradécele su intervención aun no estando de acuerdo. Explica tu punto de vista y lo mucho que difieren, pero concédele el reconocimiento de haber realizado la cuestión y sigue con tu charla.

10Si quieres que pregunten, ayúdales

Si llega el turno de preguntas y desde la audiencia no llega ninguna, puedes facilitarles la labor teniendo tú mismo preguntas preparadas. Por ejemplo puedes decir: “… lo que me han preguntado hoy al llegar ha sido …” o “… lo que suelen preguntarme es…”. Cuando te hayas respondido a ti mismo puedes consultar si hay más preguntas. Será más sencillo para la audiencia participar entonces.

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DIÁLOGO ABIERTO

¿Qué preguntas podrías realizar tú mismo que sirvieran de impulso a la audiencia?

[Créditos: Volunteer diseñado por Stephen Borengasser.]