“El poder reside donde los hombres creen que reside. Es un truco, una sombra en la pared, y un hombre aunque sea pequeño puede proyectar una sombra muy larga.”

—Lord Varys, Juego de Tronos

Este no es el típico post pre-estival que describe una inacabable lista de alimentos prohibidos si se quiere lucir tipo durante el verano.

Bien es cierto que como oradores, conviene recordar que las digestiones son lentas cuando nos ponemos nerviosos y es recomendable hacer comidas ligeras antes de cualquier presentación. Además de la sensación de pesadez, una digestión problemática puede hacernos pasar un mal rato.

Tampoco es aconsejable tomar alimentos o sustancias estimulantes previas a la misma; con la adrenalina que liberará tu cuerpo por la tensión de tener que hablar en público será suficiente.

Pero la dieta que proponemos tiene menos que ver con los alimentos y más con los pensamientos y emociones que albergamos en las horas anteriores a nuestra charla.

Tal y como hemos comentado en otras entradas visualizarnos a nosotros mismos realizando exitosamente una presentación nos predispone positivamente, mejorando nuestra respuesta emocional y en definitiva el resultado final.

Esta clase de entrenamiento es muy adecuada para ayudarnos a mantener un nivel de energía elevado, lo cual es imprescindible para hablar con pasión ante una audiencia. Pero, como seres empáticos que somos, nuestras historias no son las únicas que afectan a nuestro estado de ánimo, también las historias de las personas que nos importan, sean individuos reales o personajes de ficción…

Permitidme ilustrar esta idea con un ejemplo personal. Hace varios años decidí guardar la televisión en el trastero y aunque al principio echaba de menos su ruido de fondo, pronto me acostumbré a invertir el tiempo extra que gané en nuevas aficiones. Podría decirse que, televisivamente hablando, pausé mi mente en el apogeo de series cuya simpática sintonía inicial, valga como ejemplo “Farmacia de Guardia”, anunciaban sesenta minutos de cursiladas familiares para todos los gustos.

En un deseo actual de estar a la última, aunque cuatro temporadas después de ponerse de moda, he comenzado a ver una serie que también tiene una pegadiza música de apertura pero un desarrollo significativamente distinto a la obra del maestro Mercero; me refiero a “Juego de Tronos”.

No voy a desvelaros nada nuevo (no podría aunque quisiera, me lleváis tres temporadas de ventaja), pero estaréis de acuerdo en que encariñarse de los personajes y contemplar su deceso es todo uno.

Como podéis imaginar este estilo de serie es poco recomendable si queréis salir de casa con una sonrisa en los labios, pero especialmente, terminar un capítulo unas horas antes de una presentación en el que, ¿cómo decirlo delicadamente?, le “dan un papel mejor en otra película” a tu personaje favorito hasta el momento, no te deja el ánimo por las nubes, ni mucho menos…

De ahí la importancia de la dieta informativa, de “alimentar” tu cabeza con pensamientos positivos y tu cuerpo con emociones posibilitadoras. Tener un nivel de energía alto está directamente relacionado con la calidad de tus pensamientos y emociones.

Sin embargo, elegir lo que pensamos y sentimos está más a nuestro alcance de lo que pudiéramos imaginar.

A este objetivo en PNL (Programación Neurolingüística) se le llama “Cambio de Estado” y consiste en crear el estado emocional y la actitud adecuadas para elaborar con éxito la presentación que deseas.

Hay formas muy sencillas de efectuar un cambio de estado y la fisiología es un recurso ideal para conseguirlo. Cambiando tu postura corporal, erguirte, mirar ligeramente por encima de la línea del horizonte, sonreír… así de fácil podemos mejorar nuestro estado emocional y en consecuencia nuestra actuación.

Existen trucos tan simples como: escuchar a todo volumen una de tus canciones favoritas, recordar una situación particularmente agradable del pasado (recreándote en cada detalle vivido), repetirte una frase que te anime y te de fuerza o incluso caricaturizando hasta el ridículo una situación que nos produzca respeto. Todas estas sencillas claves te ayudarán a enfocarte en positivo de cara a tu presentación.

[¿Quieres aprender a gestionar tus nervios antes de una presentación? Apúntate a nuestro próximo taller sobre Mindfulness.]

DIÁLOGO ABIERTO

Y a ti, ¿qué te gustaría pensar, ver o sentir antes de hablar en público?