Siempre que nos enfrentamos a algún tipo de presentación nos sentimos inseguros:

“Yo sólo ante toda esa audiencia, mirándome… ¿Y si no recuerdo lo que tengo que decir? ¿Y si pierdo el hilo?”

Ante esta situación solemos buscar una muleta, un bastón en el que apoyarnos: alguien conocido entre los asistentes en el que encontrar, a veces con cierta desesperación, un refuerzo positivo a lo que decimos y como lo hacemos, las típicas chuletas en formato de tarjeta A6 que, supuestamente, nos guiarán durante toda la presentación,… Pero por encima de todo, la mayor muleta que utilizamos es el PowerPoint.

Es curioso cómo solemos percibir esta herramienta a la hora de enfrentarnos a una presentación, siendo la más extendida percibirla como el medio para conectar con la audiencia. Y no es que ya esa premisa no sea cierta, sino que  en el fondo, muchas veces, tampoco nos la creemos: Utilizamos PowerPoint® más pensando en nosotros mismos que en la audiencia. Al final caemos en la dinámica de utilizar la herramienta como nuestro apuntador particular, volcando literalmente todo lo que tenemos que decir en las diapositivas. Cuando te enfrentes a una presentación tienes que recordar que

Tú, como presentador, eres el medio para conectar con tu audiencia, dar vida al mensaje. PowerPoint® sólo es una herramienta de apoyo, no es el pilar principal.

Tienes que considerar PowerPoint® como un refuerzo visual para llamar la atención sobre tu mensaje: el PowerPoint® no es tu teleprompter. Las presentaciones más impactantes que he visto son aquellas en las que PowerPoint® es un mero actor secundario en las que cada diapositiva refleja una visualmente única idea, siguiendo la máxima “dice más una imagen que mil palabras”. Reconozco que nos es fácil, no es válida para todo tipo de presentaciones, y además su preparación es compleja, pero si la preparas bien, el resultado puede ser brillante.

¿Y qué puedes hacer para preparar esas presentaciones? Los pasos son similares a cualquier otra presentación:

  • Identifica el mensaje que quieres dejar en la audiencia con tu presentación.
  • Establece un storyboard, una secuencia que hile y refuerce ese mensaje. Esa historia puedes redactarla inicialmente en forma textual, incluso plasmarla tal cual, como texto, en diapositivas PowerPoint®.
  • Cuando tengas hilado todo lo que quieres contar, es cuando empieza la labor de síntesis de toda esa historia:
    • Para cada diapositiva, que ahora mismo tienes en modo textual, fija una idea simple, una palabra o una pequeña frase, que resuma lo que quieres transmitir.
    • ¿Ya tienes la idea resumen en cada diapositiva? Ahora busca una imagen: podrá ser una fotografía encontrada en un banco de imágenes, un diagrama usando formas geométricas básicas o un gráfico de datos.
    • Borra todo lo accesorio, todo el texto y deja la imagen. Pero aprovecha el modo notas para identificar qué quieres contar con cada imagen… La memoria es frágil y puedes usar la vista del moderador del PowerPoint® para ver las notas asociadas a cada imagen mientras la presentas.
    • Y por último, ensaya, ensaya mucho… para tener bien encajado todo lo que quieras contar con cada imagen.

Así que ya sabes: no uses las herramientas de presentación como tu telepromter particular. Impacta visualmente, simplificando el mensaje a través de imágenes que refuercen tu exposición.

[¿No sabes contar historias con imágenes? Díselo visualmente con tus nuevos Superpoderes del Powerpoint.]

DIÁLOGO ABIERTO

Y tú, ¿qué muletas usas en tus presentaciones?

[Créditos: Businessman with projector screen, de Shutterstock]