Al finalizar nuestros cursos de presentaciones, son muchos los asistentes que nos plantean la misma pega:

“Todo esto está muy bien. Pero mi jefe no me va a dejar aplicarlo.”

Claro, igual que tú no puedes saltar de la A a la Z en un solo paso y te conviene ir despacio, no puedes presentarle a tu jefe un cambio radical de la noche a la mañana. Te toparás con una fuerte oposición porque no podrá gestionar un cambio drástico de una sola vez. Para convencer a tu jefe, te recomiendo en cambio utilizar la estrategia de la rana cocida.

Aunque no lo he comprobado experimentalmente, cuentan que, si introduces una rana viva en un cazo de agua hirviendo, se escapa de un salto. Sin embargo, si la metes en un cazo de agua fría y la vas calentando poco a poco, para cuando se quiera dar cuenta, ya estará cocida y lista para servir.

Si le muestras a tu jefe una presentación radicalmente nueva, huirá escaldado. Sé más sutil. Vete introduciendo cambios de uno en uno. Empieza por los menos llamativos, para ir siguiendo por los de más calado. Y antes de que quiera darse cuenta, ¡lo habrás cocido a fuego lento!

CAMBIA A UN RITMO QUE TU AUDIENCIA PUEDA AGUANTAR

El problema de tu jefe en particular y de tu audiencia en general es la habituación: durante años les has acostumbrado a un cierto tipo de presentaciones. Hasta antes de hacer un curso o de leer un libro sobre presentaciones, has venido haciendo las cosas como siempre, imitando y perpetuando el estilo de tu empresa. Después de todo, ¿qué es más seguro? ¿Crear presentaciones siguiendo la cultura empresarial o chocando frontalmente con esa cultura corporativa, aunque objetivamente las tuyas sean mejores?

Toda propuesta de cambio origina una resistencia porque cambiar implica RIESGO o SACRIFICIO. Cambiar exige abandonar la zona de confort. Si quieres que tu audiencia abrace el cambio, ve lento, ponlo fácil, hazlo seguro.

1CAMINA DESPACIO

El cambio es un proceso, no un suceso. En lugar de introducir 10, 20 ó 30 cambios de golpe en tu próxima presentación, introduce uno cada vez, presentación a presentación. No hay prisa. Tu objetivo es cambiar la cultura, ser un faro en un océano de presentaciones mediocres. Para liderar el cambio encarna tú el cambio que predicas. Si gracias a esos pequeños cambios tus presentaciones obtienen mejores resultados, entonces te seguirán. No trates de imponer nada. Sólo inspira el deseo en los demás de hacer tus mismas presentaciones.

2FACILITA EL CAMINO

Haz el camino cuesta abajo con pequeños pasos individuales sencillos: hacer más pequeño el logo, escribir el mensaje clave como título de la diapositiva, eliminar información innecesaria de los gráficos, reducir el texto de las diapositivas, utilizar diagramas o tablas en lugar de listas de viñetas, y así sucesivamente. Busca acciones sencillas, tan fáciles de poner en práctica que cualquiera pueda imitarte.

3ELIMINA LA INCERTIDUMBRE

Al principio, huye de recursos arriesgados. Si cuentas una historia, que sea algo cotidiano ocurrido en la oficina, sin artificios teatrales. Si usas el humor, que sea de forma al alcance de cualquiera, como una viñeta cómica, una foto divertida o un anuncio gracioso. Si usas un gráfico, que venga de Excel y sólo haya sido manipulado de una forma al alcance de cualquier usuario. Haz que se sientan seguros usando los nuevos recursos. A medida que ganen confianza, cuando comprueben que no hay riesgo y sí un gran retorno, los irán aceptando.

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DIÁLOGO ABIERTO

¿Qué resistencias te has encontrado en tu empresa cuando has intentado introducir cambios en tus presentaciones?

[Créditos: Frog, de Shutterstock.]