Una de las ideas en que siempre insisto durante nuestros Cursos de Comunicación es que mejorar como comunicador es algo que se consigue de forma gradual, presentación tras presentación. Es normal que al término de un curso los participantes se sientan abrumados por la cantidad de información y recomendaciones recibidas. Después de ocho horas intensas de formación en el Arte de Presentar con uno de nuestros instructores, es habitual escuchar comentarios del tipo: «Yo siempre pensé que presentaba bien, pero ahora he descubierto que me queda muchísimo por aprender», o «Nunca imaginé que fuese necesario tanto trabajo para una presentación. ¡No sé por dónde empezar!». Lo último que queremos es que nuestros alumnos se desanimen y desistan de aplicar el conocimiento recibido; antes al contrario, buscamos que puedan aprovechar a partir del día siguiente algo de lo que han aprendido.

Siempre que escucho esa clase de comentarios aconsejo a los participantes que no se dejen desanimar por la extensión del territorio que se ha desplegado delante de ellos y que empiecen a explorarlo poco a poco. De poco servirá que pretendan aplicar todo lo aprendido, de golpe y a la vez, en la próxima presentación. Simplemente, no podrán hacerlo. Es mucho más fácil e inteligente seguir haciendo todo igual a excepción de una sola cosa. La clave es cambiar poco a poco, de manera gradual. Y es aquí cuando les explico una de las técnicas que emplean los humoristas para aumentar su repertorio de chistes y bromas.

Lo que hace el humorista que quiere incorporar nuevos chistes en sus monólogos y actuaciones es introducirlos poco a poco en los monólogos que ya domina e interpreta con soltura. Por ejemplo, en una actuación, además de las bromas y gracias que lo han hecho famoso, quizá pruebe uno o dos chistes nuevos. Si el público ríe con las nuevas bromas, el humorista las repetirá en actuaciones sucesivas y muy probablemente las incorpore a su repertorio habitual. Si, por el contrario, no hacen gracia o resultan flojas, quizá las pruebe en otra ocasión o las elimine por completo. Siguiendo este proceso, al cabo de una veintena de actuaciones el humorista habrá probado ante audiencias distintas más de una docena de chistes nuevos y habrá construido una rutina completamente nueva que se sumará a las que ya constaban en su repertorio.

Quienes queremos mejorar como comunicadores podemos seguir el mismo procedimiento que los humoristas

Probemos una cosa nueva en cada presentación, lo que sea: una pregunta nueva con la que abrir, un nuevo mensaje inspirador con el que cerrar, una forma distinta de estructurar nuestra argumentación, una nueva diapositiva para explicar una idea, etc. Si notamos que funciona bien, que nos ayuda a comunicar mejor, que nos hace sentir más a gusto, o que nuestra audiencia lo agradece, hagamos como el humorista y repitámoslo durante nuestra presentación, donde también probaremos algo nuevo. Pasado un tiempo quizá nos sorprendamos al darnos cuenta de que, muy poco a poco, no solo hemos cambiado nuestra presentación de arriba abajo, sino que hemos mejorado como presentadores. No está nada mal, ¿verdad?

[Mejora tus habilidades de comunicación y crea presentaciones memorables gracias a nuestro libro El Superhéroe de las Presentaciones.]

DIÁLOGO ABIERTO

Y tú, ¿qué haces para mejorar poco a poco como comunicador?

[Créditos: Imagen de cabecera diseñada  para este artículo con elementos de Shutterstock ]