Hace poco, durante un curso que estaba impartiendo, viví uno de esos momentos mágicos en que digo algo y, de repente, las caras de todos los asistentes se transforman. Notas que algo ha hecho clic en sus mentes, que se ha disuelto el nudo que impedía la transmisión de conocimiento. Por decirlo en términos peliculeros: “se había hecho la luz”.
Estábamos practicando delante de la cámara de vídeo, trabajando con la presentación oficial de la empresa. Los participantes pasaban por turno y todos exhibían el comportamiento habitual: imposibilidad de permanecer quieto, balanceos del cuerpo y movimientos erráticos, voz entrecortada y pérdida del aliento. Eran un manojo de nervios.
Durante los comentarios que siguieron a las exposiciones, les aconsejé: «No penséis que estáis haciendo una presentación ante los espectadores. Actuad como si, simplemente, estuvieseis conversando con ellos. Olvidad las presentaciones de negocios. Mantened conversaciones de negocios». De repente, los ceños se relejaron y las cabezas comenzaron a moverse en señal de asentimiento.
Olvidad las presentaciones de negocios. Mantened conversaciones de negocios.
Una presentación de negocios es como un examen oral delante de tus jefes y clientes que estás obligado a superar. ¡Y con la máxima nota!
Una conversación de negocios es un intercambio de información entre iguales; de profesional a profesional; de experto a experto.
Una presentación de negocios es peor que un interrogatorio. Has intentando preparar respuestas convincentes y satisfactorias para todas las preguntas posibles, pero sabes que la Ley de Murphy predice que te preguntarán justo lo que desconoces. Parecerás desinformado y se derrumbará la apariencia de dominio absoluto que pretendes mostrar.
Una conversación de negocios es un encuentro durante el que esperas contestar de la mejor manera posible las consultas de tu audiencia sobre tu producto o servicio. Y si no posees toda la información necesaria para ofrecer una respuesta excelente en ese momento, la buscarás y la transmitirás al cliente lo antes posible. Harás todo lo que esté de tu mano para dar a tu cliente el mejor asesoramiento posible.
Una presentación de negocios es una actuación en la que todo tiene que estar perfecto. No hay lugar para errores ni fallos. Tú también tienes que estar perfecto. Tú tampoco puedes cometer errores ni fallos.
Una conversación de negocios es un encuentro entre seres humanos. De hombres y mujeres que se esfuerzan cada día por trabajar lo mejor que saben y pueden. De hombres y mujeres que aspiran a ser excelentes profesionales en su campo… y son conscientes de que la perfección no existe. No aspiran a ser perfectos, pero sí a ser excelentes. A hacerlo lo mejor posible con los recursos de que dispongan y sean cuales sean las circunstancias. Hombres y mujeres que se saben falibles y han aprendido a aceptar sus propios errores cuando no sea posible evitarlos.
A partir de aquel momento las presentaciones de mis alumnos fueron mucho más naturales. Todos se mostraron mucho más relajados. Habían pasado de presentar ante un público a conversar con su audiencia. Y te aseguro que todos notamos la diferencia.
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DIÁLOGO ABIERTO
¿Cómo superaste tu miedo a hablar en público? ¿Hubo algo en concreto que aceleró tus progresos?
[Créditos: Imagen de cabecera diseñada para este artículo con elementos de freepik.]
Me parece una gran idea el sustituir el término presentación por conversación. Gracias por el artículo.
Para mí una presentación tiene éxito cuando efectivamente se convierte en un diálogo y vas avanzando en el contenido, respondiendo a los intereses de los asistentes. De hecho, alguna vez he empezado alguna presentación diciendo «había preparado una presentación sobre el tema X pero si preferís podéis hacerme preguntas y os voy respondiendo». Si lo haces así, es cuando realmente generas el
diálogo. También es una forma que sorprende a muchos y ayuda a diferenciarte. Eso sí, si habías preparado un PowerPoint como apoyo audiovisual es bueno que memorices las transparencias clave. Si te preguntan algo y quieres saltar a una transparencia determinada, puedes teclear el número del slide y pulsar enter para ir directamente ahí.
Para superar el miedo a hablar en público yo hago dos ejercicios un poco antes de cada presentación. Primero, visualización. Me imagino a mi mismo durante la presentación hablando, captando la atención, respondiendo preguntas interesantes, disfrutando del momento, e incluso estrechando las manos de los asistentes sonriendo al despedirnos. Crear esa visualización mental durante un par de minutos me da la seguridad que necesito.
En segundo lugar, resto importancia. Mentalmente reduzco el momento de la presentación a algo tan ínfimo que llega a parecerme ridículo dedicar si quiera un momento a estar nervioso. Espero que esto no deprima a nadie: Pienso en lo insignificante que es el momento de mi presentación en relación a la historia de la humanidad, del universo. Pienso en que en unos años nadie se acordará,e incluso, que posiblemente ni yo me acuerde de aquí a 10 años. Pienso que incluso si lo hiciera de pena, no pasaría nada, que el mundo seguiría girando. Como decía, la idea no es deprimirte pensando que eres nadie. Sino darte cuenta de que la importancia que damos a los momentos es relativa. Que la mayor parte de las veces nuestros temores son infundados. Y sobre todo, que nuestros temores son ridículos.
Juanda, se ve que tienes experiencia y que has pensando sobre esto. Muy acertadas tus observaciones. Y muy de acuerdo contigo. Gracias. En nuestros cursos animamos a desengancharse del PowerPoint, sobre todo en reuniones de trabajo donde lo enriquecedor es que todos aporten. Es ahí donde la transición mental, el cambio de chip, desde «presentación» a «conversación» es más potente porque: tranquiliza al ponente, pone la comunicación en perspectiva, y centra el propósito de la reunión.
Muy bien correctamente
Gracias, José Antonio.