Séneca fue un destacado filósofo romano del siglo I, oriundo de la ciudad hispana que es hoy Córdoba. Junto al emperador Marco Aurelio y al esclavo liberto Epicteto, representa uno de los máximos exponentes de la corriente moral conocida como estoicismo. Estudioso y conocedor de la naturaleza humana, en uno de sus tratados, titulado «De la brevedad de la vida», reflexiona sobre el correr del tiempo y el aprovechamiento que del mismo hacemos las personas. Su pensamiento sobre la fugacidad de la vida puede resumirse en la siguiente frase demoledora:
«No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho.»
Igualmente, el tiempo que nos han asignado en una conferencia no es corto; pero malgastándolo, conseguimos que lo sea. Contaríamos con tiempo suficientemente para comunicar nuestra idea fundamental si lo empleásemos bien. ¿De qué manera? Por ejemplo, con un arranque fuerte, claro y al grano. Con demasiada frecuencia, los ponentes se aturullan durante el comienzo de la presentación y sólo consiguen distanciarse de la audiencia.
Según Javier Reyero, un típico comienzo enrevesado suele incluir todos o muchos de los siguientes elementos:
- Saludo: No te extiendas innecesariamente en los saludos. Saluda, sí, pero con brevedad.
- Autopresentación: No repitas el título de tu charla, ni tu nombre, ni datos biográficos que ya haya mencionado quien te introdujo. No nos cuentes a qué se dedica tu institución, tu departamento, cuántos miembros tiene, cuántos diplomas has ganado ni cuántas certificaciones, … No nos interesa. No pierdas el tiempo con presentaciones; que te presente otro.
- Agradecimientos varios: Cuantos menos, mejor. Hay que ser agradecido, pero también breve.
- Toque de modestia: Olvídate de la modestia, que no te hará ganar credibilidad y sí distanciarte aún más de la audiencia. «No soy el más indicado…», entonces, ¿por qué estás aquí? «Es poco lo que sé sobre este tema…», entonces, ¿qué vas a contar? «No he tenido mucho tiempo para preparar esta charla…», entonces, ¿vas a presentar una chapuza? Más que modestia parecen excusas para justificar lo mal que lo vas a hacer: «Ya os avisé que no era mi especialidad…».
- Marco del asunto que se va a abordar: Es muy recomendable proporcionar una foto general del problema que se va a tratar para luego ahondar durante la charla en algún detalle, pero ¡algunos se quedan dando vueltas y vueltas a la gran foto y parecen no decidirse nunca a sumergirse en el asunto!
- Preámbulo: También es buena idea comenzar con una cita, un dato estadístico o una anécdota relacionada con el tema de la charla, pero sin perderse en cuestiones irrelevantes que poco o nada tienen que ver con ella. No uses frases absurdas del estilo «Como tenemos poco tiempo intentaré ser breve para que me dé tiempo a deciros todo lo que os tengo que decir» o «Espero no aburriros demasiado con mi charla». Más breve serías y menos aburrirías si no pronunciaras esas frases.
- Arranque: Para cuando llega finalmente, la audiencia ha desconectado por completo.
En tu próxima charla recuerda a Séneca. Larga es la presentación, si la sabemos aprovechar. Nunca hables como si dispusieras de tiempo infinito para tu charla. Los tormentos eternos, para el infierno, no para la sala de conferencias.
Es curioso como hasta en los comentarios se puede aplicar lo expuesto en este post. Que pereza supone leer comentarios largos y complejos; y que fácil y entretenido leer comentarios cortos y directos.
Ciertamente , no confundamos los consejos generales con normas de uso. Hablando de tener éxito en una presentación. ¿Cómo reconocemos si una charla ha sido todo un éxito o todo un fracaso? Evidentemente, la audiencia es quien nos dirá la última palabra.
Toda buena charla tiene un objetivo concreto y sea cual sea éste, si queremos lograrlo tendremos que conectar de lleno con la audiencia que recibirá nuestra entrega. No cabe duda que realmente si el ponente ha logrado conectar con la audiencia, despertar su interés y mantenerlo vivo hasta el final (vínculo emocional entre la audiencia y el ponente), la charla ha sido un éxito.
El primer paso para lograr esta comunicación/conexión, no está precisamente en lo extenso del saludo ni en las presentaciones, sino conocer previamente el tipo de audiencia para la que daremos nuestra charla y desde ese momento prepararnos para su conquista; esto significa que antes de comenzar a preparar la charla debemos seleccionar las ideas esenciales que queremos transmitir, y luego de estructurar y diseñar la presentación tendríamos que tomarnos un tiempo para pensar detenidamente en la exposición y realizar varios ensayos, tanto para asegurarnos que gastamos el tiempo adecuado, como para sentirnos relajados finalmente durante la entrega. Como se explica en otra parte de este blog, “nuestra primera expresión debe ser amable, abierta y optimista” lo que se consigue si le ponemos entusiasmo al tema que queremos explicar de modo que la audiencia se entusiasme tanto como nosotros.
Una anécdota breve y divertida al inicio de la charla puede ser provechosa tanto para el conferenciante como para la propia audiencia, quedando atrapada con éste desde el inicio de la misma. Puedes ver un análisis más completo de este aspecto en este blog en: La Crisis Ninja o cómo sintonizar con la audiencia. También te recomiendo el video de Gonzalo de la presentación “Seguridad en Aplicaciones Web”.
Estando de acuerdo en líneas generales con el post, me resulta excesivamente categórico en algunos puntos. Creo que se está olvidando algo muy importante en las presentaciones: el vínculo emocional entre el ponente y la audiciencia. Por muy buena que sea la presentación en términos de contenido, diseño, oratoria, sincronización, manejo del tiempo, etc. si no se establece el vínculo emocional, la presentación no funciona. Dicho de otra forma, la presentación puede ser, digamos, un poco desastrosa si la analizamos según los parámetros mencionados, pero resultar todo un éxito, dejando al público más que satisfecho. Por qué? Porque el ponente ha conectado emocionalmente con el público. Este es un tema difuso que merece especial atención y para el que no hay condiciones suficientes. Invito a Gonzalo a abordarlo en algún post. A donde quería llegar es a que para crear dicho vínculo en ocasiones hay que ‘perder el tiempo’ y romper la verticalidad ponente-audiencia. Hay que meterse en el público e incluso saber meter el público en la charla, por ejemplo, no siendo excesivamente escueto con los agradecimientos (tampoco pesado), y, por qué no, compartiendo tus miedos y carencias con ellos. Esto hay que saber hacerlo, por supuesto, con elegancia, o debe salir de forma natural, pero, ciertamente, no me parece un ‘pecado’. No confundamos los consejos generales con normas de uso.
Que bueno el párrafo acerca del «toque de modestia». Todo un estudio acerca de la falsa humildad en unas pocas frases. Puro psicoanalisis. Tus aportaciones son excelentes y directas, sigue así.