«Una metáfora es un puente a la realidad»
—Proverbio clásico árabe
Los poetas han venido usando metáforas desde los principios del verso. Una metáfora es en apariencia algo tan simple como el uso de una palabra con el significado de otra. Sin embargo, tal y como nos advierte el matemático y filósofo Emmanuel Lizcano en su imprescindible obra “Metáforas que nos piensan”, las metáforas no son tan inocentes ni se circunscriben al bucólico escenario de la poesía. En la vida diaria las metáforas son ubicuas, pero permanecen escondidas. Poseen la capacidad de ahormar nuestras emociones y nuestro pensamiento, desde el más cotidiano hasta el más técnico o político: “Creemos estar expresándonos libremente y estamos diciendo lo que la estructura de nuestra lengua y la multitud de metáforas que la habitan (que nos habitan) nos obligan a decir.”
En la siguiente presentación de TED, James Geary nos habla de la vida secreta de las metáforas y de cómo el pensamiento metafórico dirige la invención y la creatividad.
James Geary, hablando metafóricamente
(Bonus: la presentación ha sido creada con Prezi)
El inmenso poder de comunicación del pensamiento metafórico
Además de sustentar nuestro imaginario colectivo, las metáforas constituyen una poderosa herramienta de comunicación, ya que ayudan a explicar algo desconocido en términos de algo conocido. Según Lizcano:
“Una de las funciones principales de la analogía, y de esa contracción suya que es la metáfora, es la función cognitiva. Mediante ella, lo que es problemático o desconocido se asimila a algo próximo o familiar para mejor poder manejarlo o modelarlo.”
—Emmanuel Lizcano, Metáforas que nos piensan
El pensamiento metafórico nos permite establecer conexiones entre dos cosas diferentes, reconociendo que en cierto modo comparten un rasgo común o ejemplifican un principio común. De esta forma, las metáforas ayudan a crear eslabones entre los atributos de algo nuevo y nuestra propia experiencia cotidiana.
Los buenos profesores han ayudado desde siempre a sus alumnos a captar nuevas ideas exponiéndoselas en función de algo que los alumnos hubieran entendido previamente. Tú también puedes aprovecharte de este recurso en tus presentaciones y discursos. Puedes explicar realidades complejas o abstractas en términos de conceptos cotidianos.
La metáfora es un puente posibilitando el paso de un mundo al otro
No se aprende nada en vacío: aprendemos algo nuevo descubriendo cómo se relaciona con algo que ya sabemos. Cuanto más clara es la conexión, más fácil y rotundo es el aprendizaje. En mis charlas a menudo utilizo metáforas para forjar conexiones. Por ejemplo: “Internet es un árbol de navidad y nuestros ordenadores son bolas que cuelgan de ese árbol”.
Ofrecer a la audiencia una conexión es sólo el inicio para enseñar a través de la metáfora, ya que aportan un modelo de pensamiento capaz de generar nuevas percepciones y explicaciones. A todo lo largo de la charla puede uno referirse continuamente a la misma metáfora, enriquecerla y explicar nuevos aspectos de la realidad aludida metafóricamente. Las buenas metáforas son generativas.
Si tienes una afición, podrás crear metáforas
Como explica Christopher Witt en su libro “Real Leaders Don’t Do PowerPoint”, siempre les pregunta a sus clientes acerca de su pasatiempo favorito y les urge a relacionar algún aspecto de esa actividad con cualquiera que sea el tema sobre el que tienen que preparar una presentación. Por ejemplo, en mis charlas suelo relacionar la seguridad de la información con la escalada. Esta analogía me permite a lo largo de la charla ilustrar conceptos de la gestión de la seguridad de la información a través de imágenes (verbales y fotográficas) sobre cómo los escaladores gestionan el riesgo de caída: preparación, contramedidas, planes de contingencia, respuesta a incidentes, etc.
Las metáforas conectan lo conocido con lo desconocido, lo familiar con lo nuevo. Úsalas en tus presentaciones.
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¿Usas metáforas en tus presentaciones? ¿Cuáles son las metáforas que más te han inspirado?
Me ha gustado mucho el trocito de charla tuya en la que aproximas la seguridad en internet con el robo de bolas del árbol de Navidad. A ver si podemos seguir disfrutando de «cortes» como este. Ánimo.
estimado Gonzalo, y sin que sirva de precedente: discrepo.
las metáforas son un arma de doble filo, tan afiladas por el lado del que la sostiene, como la capacidad de trascender los conceptos por parte de la persona que la recibe.
un buen ejemplo, una buena analogía, una simple metáfora, son armas poderosas que ayudan a una mente capaz a establecer conexiones de una manera más rápida, pero, creo, no necesariamente mejor:
* la mente humana es vaga (en general) y si un concepto se adquiere de forma fácil, difícilmente se examina en mayor profundidad (esto ya «lo he pillado»), dejando atrás el real y completo concepto original, que ha sido «aligerado»
* si la mete es precaria (no pretendo desmerecer ni insultar a nadie pero todos tenemos distintas capacidades), asume la metáfora cómo igualdad, hasta «sus ultimas consecuencias» (y suelen ser nefastas).
es muy difícil establecer una metáfora que no lleve a equívocos cuando es explorada en profundidad, cuando el interlocutor amplia sus dudas y pregunta siguiéndola. ¿Nunca os ha pasado que explicando un concepto con una metáfora a un interlocutor hábil, éste acaba por desvirtuar tanto el concepto como la propia metáfora? (a mi si, unas cuantas veces, y casi siempre por un mismo perfil: gerentes muy inteligentes pero incultos, con necesidad de llevarte a «su terreno»).
insisto en que es difícil, por eso creo que deben ser usadas con cautela y preparación: es un ejercicio duro que requiere gran cantidad de trabajo y «pulimento».
por otro lado, también soy de los que disfruta volviendo las metáforas contra sus autores cuando tienen fallas (lo que suele ser muy habitual 🙂
un abrazo!
Ay, amigo mío, yo no dije que usar las metáforas fuera tarea fácil. En palabras del semiólogo Roland Barthes, «la lengua no es de derechas ni de izquierdas, es simplemente fascista». En el momento en que le transfieres el control a una metáfora, ésta impone sus leyes cada vez que la audiencia la recree en su mente. Tienes toda la razón al decir que son un arma de doble filo: se nos pueden escapar de las manos.
Si la elección de la metáfora es desafortunada, la audiencia se quedará con la idea metafórica y todo lo explicará usándola y explotándola, hasta estirarla mucho más allá de la intención original.
Pero no podemos evitar pensar con metáforas: nos «bajamos» música de Internet, «colgamos» vídeos en Youtube, «copiamos» y «pegamos» «archivos» en «carpetas», abrimos «ventanas» con «cajas de herramientas» con el «ratón» y organizamos el «escritorio» o la «bandeja de entrada» del «correo». La informática rebosa miles de metáforas que nos ayudan a manejarnos con los ordenadores.
También podemos crearlas para explicar nuevos conceptos. Su éxito radica en la capacidad de condensar de un solo golpe numerosas operaciones simbólicas. Nos invitan a reflexionar sobre ellas y requieren la implicación de la audiencia para revelar todos sus sentidos.
Como dices, hay que ser cauteloso. Pero eso no le resta la claridad y la riqueza de conexiones que puede conseguirse cuando están bien seleccionadas.
Sin metáforas no tendríamos «realidad».
Muy buen ejemplo el que nos pusiste en esa charla que tuve ocasión de compartir como ponente.
Realmente las metaforas sirven para explicar conceptos que la audiencia no tiene porqué conocer y con ejemplos como el tuyo, nos ayudas a todos los que queremos hacer presentaciones amenas y comprensibles.
Suelo explicarles a los alumnos la Alegoría empleando el siguiente encadenamiento de Metáforas: «Esto no es una clase, es un Jardín; yo no soy la profesora, sino El Jardinero. Cuido esmeradamente mis plantas(los Alumnos)para que crezcan hacia arriba (Correcciones), aunque algunas se empeñen en crecer como sabrosas Zanahorias, también. Las riego a todas y de vez en cuando las abono (Apuntes), las riego (Actividades y ejercicios saludables), las podo (Exámenes). Hasta que consigo que en mi jardín crezcan…» y ahí, según los alumnos de cada año, voy encajando el árbol, flor o planta con la que asocio a cada uno de ellos. Digo los nombres de los distintos ejemplares sin revelar a quién le toca cada uno. Por supuesto hay para dar y tomar en la Biología, así que todos los ejemplares tienen algo estupendo y maravilloso que se comenta. Ejercicio final: ellos deben adivinar quién era la Rosa, quién el Magnolio, quién el Pino, el Roble, el Pensamiento, el Jacinto, el Azahar. Naturalmente, puede que haya algún Cardo, pero este también tiene estupendo.
Misterio, si todo rueda bien, la profesora revela las identidades. Si la cosa no cuaja, queda en el aire en qué planta estaría pensando la profesora cuando dijo Hortensia, Zanahoria o Lilium.
¡Fantástico! Me ha encantado tu metáfora. Verdaderamente se pueden crear conexiones maravillosas con ellas.