Napoleon Hill¡Atención: spoiler! En el clásico Piense y hágase rico, el autor Napoleon Hill mantiene el suspense del lector hablando continuamente de un secreto que será revelado al final del libro, pero que nunca revela explícitamente. Este secreto puede resumirse en la siguiente afirmación:

“Te conviertes en aquello sobre lo que piensas la mayor parte del tiempo.”

—Napoleon Hill

Desarrolla el hábito de prestar atención a tus pensamientos

Plantéate el siguiente objetivo para tu próxima presentación: durante los días anteriores a la misma y especialmente en los momentos previos, esfuérzate por ser consciente de tus  pensamientos. El mero hecho de ponerte esta meta y revisarla diariamente te permitirá tomar conciencia de ellos.

Incluso aunque te consideres una persona optimista y positiva, te sorprenderás por la cantidad de pensamientos negativos que rondan por tu cabeza: pensamientos catastróficos, pensamientos de todo o nada, suponer que siempre ocurrirá lo peor, lecturas mentales de los demás, culpas, atención y memoria selectivas, visualización del fracaso, etc.

Cambia tus imágenes mentales en el interior y empezará a cambiar tu mundo exterior

Todo el mundo usamos el poder de la visualización cotidianamente, tanto si somos conscientes de ello como si no. La visualización aporta a nuestras vidas aquello que imaginamos, ya sea bueno o malo. Por desgracia, la forma de visualización que más utilizamos suele ser la preocupación: visualizar continuamente lo que no queremos que suceda, de manera que atraemos a nuestras vidas precisamente eso. Preocuparse es fijarse metas negativas.

¡Cambia tu forma de pensar! Educa a tu mente para generar pensamientos positivos. Piensa constantemente en las nuevas cualidades que quieres adquirir, imagínate ya teniéndolas y acabarás obteniéndolas.

Los pensamientos de tus imágenes mentales deben utilizar las cuatro P’s: deben ser Positivos, deben formularse en Primera Persona y deben conjugarse en Presente, como si ya los hubieras alcanzado.

¿En qué piensas antes de presentar?

Confiere emoción a tus imágenes mentales

Por ejemplo, jamás te repitas antes de la presentación “no voy a quedarme en blanco”, porque es un pensamiento negativo disfrazado: te estás imaginando quedándote en blanco. En cambio, anímate con: “conozco tan a fondo mi tema que mis pensamientos fluyen con facilidad y elegancia”. No te digas: “no voy a ponerme nervioso”, porque ya estás visualizando la imagen de los nervios, los sudores, la cara roja… En su lugar, repítete “me siento confiado hablando con seguridad y fluidez”. No pienses: “no se van a  aburrir”, sino: “Disfruto tanto con mi presentación que  contagio mi pasión al público”. Y así sucesivamente.

Para que el efecto sea aún mayor visualiza con intensidad: busca afirmaciones que despierten sentimiento y emoción.

Visualiza tu éxito, nunca la ausencia de fracaso, que no es lo mismo.

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Y tú, ¿en qué piensas antes de presentar?