“Si tienes algo que merezca la pena ser dicho, dilo brevemente y con claridad; si no, mejor que permanezcas en silencio.”

—John C. Maxwell, El poder de las relaciones

Lo sé bien porque en mis primeros años solía pasarme de tiempo sistemáticamente y sepultaba a la audiencia bajo montañas de información. Quería demostrar que “soy un profesional competente que domina mucha información, sabe de qué habla y conoce los detalles”. Y no vayas a creer que era todo puro egocentrismo. Yo también anhelaba compartir el máximo conocimiento posible sobre temas que me apasionaban: pretendía que los demás aprendieran en una hora lo que yo había tardado años en asimilar. Quería contarlo todo porque todo me parecía interesante y no veía qué podía eliminar. Había sucumbido a la Maldición del Conocimiento.

Ahora comprendo que buena parte de la culpa proviene de centrarse excesivamente en uno mismo dejando de lado los intereses y necesidades de la audiencia.

Ir directo al grano implica ahorrarse la paja

Los detalles excesivos y prolijos son como la estática de las radios, que sólo añaden ruido sin contribuir a entender mejor la emisión. Demasiado a menudo queremos contarlo todo, sin darnos cuenta de que sólo debemos contar lo relevante para la audiencia. Nos resistimos con uñas y dientes a dejar fuera materiales que nos gustan especialmente o que nos ha costado gran esfuerzo preparar, aunque no sirvan realmente a la audiencia.

“Reinicia: Borra lo aprendido y piensa la empresa de otra forma”

Los autores de Reinicia: Borra lo aprendido y piensa la empresa de otra forma ilustran este vicio de querer incluirlo todo con la analogía de una exposición en un museo:

“No se hace un buen museo poniendo todo el arte del mundo en una única sala. Eso es un almacén. Lo que hace que un museo sea grande es el material que no está en los muros. Alguien dice no. Se involucra al conservador, tomando decisiones conscientes sobre qué debería quedarse y qué irse. Existe un proceso de edición. Hay mucho más material fuera de los muros que sobre los muros. Lo mejor es un sub-sub-subconjunto de todas las posibilidades.

Es el material que dejas fuera lo que marca la diferencia. Así que busca constantemente qué cosas eliminar, simplificar, racionalizar. Quédate sólo con lo que es verdaderamente esencial. Reduce las cosas hasta que te quedes sólo con lo más importante. Después, repite el proceso. Siempre puedes añadir material más adelante si lo necesitas.”

No se trata de lo que tú sabes ni de lo a que ti te resulta interesante, sino de lo que la audiencia necesita. A la audiencia no le importa cuánto sabes hasta que no sabe cuánto le importas. Interésate por ella en lugar de hacerte el interesante. Cuenta solamente aquello que hará que la audiencia busque más.

No lo cuentes todo, despierta la lujuria por más.

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¿Qué cantidad de información das en tus presentaciones? ¿Cómo afrontas la Maldición del Conocimiento?