“No hay viento bueno para quien no sabe adónde va.”

—Séneca

Cuando comienzas a preparar una presentación, debes visualizar desde el principio qué pretendes con ella. Sin un objetivo claro, sin una intención evidente, la presentación deambulará como un rebaño de ovejas sin pastor, rumiando hierba de aquí y de allá por el prado de la confusión mental, sin rumbo fijo. La audiencia marchará con la sensación de no saber para qué le han hablado.

Así pues, tu primera tarea al encarar un nuevo proyecto de presentación es poner por escrito con la mayor claridad posible cuáles son las expectativas de la organización que te ha solicitado la presentación, las de la audiencia y las tuyas propias. Estas ideas actuarán posteriormente como brújula a la hora de seleccionar y adaptar los contenidos a la audiencia y a las circunstancias.

Tu presentación debe satisfacer los objetivos de todas las partes implicadasToda presentación busca inspirar algún cambio en la audiencia

Según Aristóteles, existen tres propósitos para un discurso: informar, persuadir o distraer. Por supuesto, estos propósitos no son mutuamente excluyentes. Un mismo discurso puede perseguir el objetivo fundamental de informar, a la vez que introduce elementos que lo hagan ameno, mientras intenta convencer al auditorio de un punto de vista concreto. Piénsese en las charlas de Al Gore por medio mundo, capturadas en el documental Una verdad incómoda, ganador del Oscar en 2007, donde se ofrece una mezcla equilibrada de los tres propósitos.

Bien mirado, durante una presentación acompañas a la audiencia en un viaje intelectual y emocional. La meta última de toda presentación es producir un cambio en la mente, corazón o comportamiento de la audiencia: que pase de un estado de ignorancia a uno de conocimiento (informar); de un estado de duda a uno de confianza, de uno de inacción a uno de acción (persuadir); de uno de aburrimiento a uno de distracción (entretener).

Al Gore combina de forma equilibrada en sus presentaciones los tres propósitos básicos de un discurso según Aristóteles: informar, persuadir y entretener, siendo el más importante la persuasión

Al Gore combina de forma equilibrada en sus presentaciones los tres propósitos básicos de un discurso según Aristóteles: informar, persuadir y entretener, siendo el más importante la persuasión

Si no hay cambio, no hay arte

Por este mismo motivo algunos autores consideran que existe un único discurso: el persuasivo; por definición, el más centrado en la audiencia y en producir un cambio en ella, bien sea en sus ideas, sentimientos o comportamientos. La persuasión necesita además proporcionar evidencias que apoyen tu punto de vista para conducir a la audiencia a la acción.

Por consiguiente, tu primera tarea será sentarte a reflexionar sobre el viaje que conjuntamente vais a emprender: ¿Qué cambio buscas que se produzca en la audiencia? ¿De qué estado actual parte (punto A) y a qué estado deseas que llegue (punto B)? Y más importante aún: ¿Qué acción específica esperas de su parte como resultado de tu presentación?

- ¿Dónde está el arte en tus presentaciones?

- ¿Qué metáfora usas para pensar en las presentaciones?

¿Te planteas antes de tus presentaciones cuál es el cambio que deseas inspirar en tu audiencia como resultado de tu presentación?