Cuando un cura de aldea preguntó a un famoso predicador qué era bueno para evitar que los feligreses se durmieran durante los sermones, éste le respondió: “Tener un ujier armado de un arpón, para que pinche de vez en cuando al cura”.
—Dale Carnegie, El camino fácil y rápido para hablar eficazmente
Tú eres el único responsable de tu audiencia. No hay malas audiencias, sólo malos oradores. Debes crear interés en la audiencia, activarla, hacerle disfrutar de la experiencia, aportarle valor.
Por muy apasionante que a ti te parezca tu tema y por muy enamorado que estés de tu propia voz, no puedes dar por hecho que tu mensaje interesará a la audiencia. ¿Cuántas veces has sufrido a algún familiar o amigo que se empeñó en hacerte ver el interminable vídeo de su boda y del viaje de novios seguido después por varios miles de fotografías cuando creías que la tortura ya había acabado?
Presentar es seleccionar y ordenar ideas
No sometas a la audiencia a semejantes suplicios. Debes esforzarte por captar y mantener su atención en todo momento. ¿Por qué debería escucharte otro minuto más? ¿Qué tienes para ofrecerle? Aprende a seleccionar de entre todo tu material el contenido que mejor pueda servir a tu audiencia en ese momento y estructúralo adecuadamente.
Muchas presentaciones fracasan porque el orador no ha venido con los deberes hechos. Cuando se lo suelto así tal cual a algún cliente o alumno, suelen responderme ofendidos: “¿Cómo que no? ¡Si he creado un PowerPoint de 100 transparencias donde he metido todos los estudios de mercado, datos de ventas, referencias de clientes, previsiones de crecimiento y hasta informes de auditoría!”.¡Ahí te he pillado! Meterlo todo, absolutamente todo, es la vía rápida. Crear estos PobrePoints monstruosos te libera de la pesada carga de pensar porque te limitas a incluirlo todo sin mayor reflexión.
Sin reflexión no hay presentación
Me vienen a la memoria aquellas famosas palabras del filósofo francés Blaise Pascal:
“Esta carta que te escribo es más larga de lo habitual porque no he tenido tiempo para hacerla más corta.”
Parece paradójico, ¿verdad? ¿No debería ser más fácil crear una presentación cuanto más corta? Pues no, justo al contrario, porque hacerla más corta supone ejercitar la reflexión: ¿qué es importante y qué es accesorio?, ¿qué datos apoyan mi tesis y cuáles son prescindibles?, ¿qué información es relevante para esta audiencia en esta circunstancia?, ¿en qué orden tendrán mayor impacto mis evidencias?, ¿cómo puedo adaptar este concepto técnico al conocimiento de mi audiencia?, etc. Entonces se me quejan: “¡Todo eso que dices me llevaría una eternidad!”. Claro, porque hablar bien en público exige antes pensar bien en privado. Crear una buena presentación es cuestión de meter más horas, no más transparencias.
Es tu deber procesar toda esa información que dominas y llegar a la esencia de tu mensaje si quieres que éste le llegue con claridad a tu audiencia.
[¿Quieres profundizar en la metodología para estructurar eficazmente tus presentaciones? Apúntate a mis próximos cursos en abierto.]
ENTRADAS RELACIONADAS
Algunas preguntas que hacerle a la organización cuando te proponen una presentación
8 preguntas sobre la audiencia que debes responder antes de una presentación
Conoce a la audiencia de tus presentaciones con un mapa de empatía
DIÁLOGO ABIERTO
¿Cuánto tiempo dedicas a la preparación de tu presentación?
Me ha recordado esta cita de Kurt Vonnegut:
“The most damning revelation you can make about yourself is that you do not know what is interesting and what is not.”
Tremenda revelación sobre uno mismo. Esperemos que nuestras revelaciones sean más luminosas. Me recuerda a la oración de la serenidad:
«Señor, otórgame la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, el coraje para cambiar las cosas que puedo cambiar, y la sabiduría para distinguir entre ambas.»
Otra cita que está muy estrechamente relacionada a esta entra es la de Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito, que decía que «la perfección se alcanza, no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando ya no queda nada más que quitar».
Sí, me encanta esa cita. Hace un tiempo creé una imagen con ella: /2010/09/menos-es-mas/
No puedo estar más de acuerdo. Recuerdo una frase que decía algo parecido a «hace falta 3 días de mucha preparación para un discurso improvisado». Y es que en una presentación vamos a escuchar a un experto en algo, no a leer datos en un proyector. Que nos lean lo que se proyecta nos da una mala imagen del orador, que no está preparado. Parece que ha hecho un copia-pega de un artículo buscado con Google y no se acuerda.
Además, es mucho mejor sugerir un poco que aburrir con mucho.
Creo que te refieres a una anécdota que se cuenta del presidente de los EEUU Woodrow T. Wilson, quien preguntado sobre el tiempo que tardaba en preparar un discurso, respondió:
“Si tengo que hablar durante diez minutos, necesito una semana de preparación; para quince minutos, tres días; para media hora, dos días; para una hora, estoy preparado ahora mismo”.