Ponte manos a la obra para hablar en público con confianza

Esta entrada ha sido amablemente escrita por Fernando Botella, CEO de Think&Action, experto en talento, liderazgo, innovación y transformación de organizaciones.

Hablar en público es una necesidad presente en muchas facetas de nuestra vida y, especialmente, en el ámbito profesional, donde se ha convertido en una habilidad muy valorada y, por tanto, en una cualidad que ofrece una importante ventaja competitiva a aquellos profesionales que son capaces de expresarse fluidamente ante un auditorio.

Expresar nuestras ideas, hacernos entender, compartir conocimiento, vender nuestros servicios profesionales, etc. son situaciones habituales y necesarias en nuestro día a día. Situaciones también que nos colocan en la difícil tesitura de hacer frente a uno de los temores más compartidos: el miedo a hablar en público.

Intervenir frente a un grupo de personas  es causa frecuente de síntomas como incomodidad, vergüenza, nervios, ansiedad…

Vivimos en una época donde todo gira en torno a la comunicación, incluidos nuestro prestigio, notoriedad, capacidad de influencia, credibilidad, oportunidades de desarrollo o, incluso, la continuidad profesional. Dejarnos vencer por el miedo y dejar pasar las oportunidades para hablar en público, apostar por la invisibilidad o el segundo plano, significa, por tanto, renunciar a demasiadas cosas. Sentir miedo a hablar en público es algo natural; ahora bien, el miedo está para ser conquistado. Lo decía Alphonse Allais:

“¿Dónde estaría el mérito si el héroe no tuviera nunca miedo?”

Así que el primer paso para no dejar actuar libremente a nuestro saboteador interno pasa por identificarlo y aceptarlo. El miedo se alimenta de sí mismo, por lo que reconocerlo y ponerle nombre es un paso necesario para comenzar a poner distancia con él. ¿A qué tienes miedo? Defraudar, hacer el ridículo, quedarse en blanco, ponerse en evidencia, fracasar, no despertar el interés de la audiencia, perder el prestigio… la mayor parte de nuestro temor a hablar en público obedece a la anticipación de situaciones malas que pueden suceder; pero que también pueden no suceder. Tenemos tendencia a ponernos en lo peor y a amplificar las consecuencias de una mala exposición. Seamos realistas: por muy mal que se den las cosas, no se nos va la vida en ello. Somos espectadores a diario de malas intervenciones de personajes públicos que gozan, sin lugar a dudas, de una proyección mucho mayor que la nuestra y cuyas consecuencias nunca han sido tan graves como las que proyectamos en nosotros. Así que aceptemos los errores y las equivocaciones, pueden suceder en algún momento, pero relativicemos su impacto para evitar que nos bloqueen. Y, sobre todo, preparémonos todo lo posible para reducir al máximo la probabilidad de que sucedan.

Los nervios, en su justa medida, son buenos y necesarios. Evitarán que nos confiemos, nos harán esforzarnos, prepararnos la presentación lo mejor posible; son los que nos pueden ayudar a brillar. Así que la primera recomendación para vencer el miedo a hablar en público es ponerse manos a la obra y preparar la intervención al máximo. Repasa tus conocimientos, selecciona las ideas que quieres compartir, elabora tu presentación. Piensa en tu público en todo este proceso, él es el protagonista, y construye tu historia en torno a él.

Pero no te quedes sólo en los contenidos, sino que practica también tu presentación. Cuánto más hables en público mejor lo harás, así que no te limites a pensar y crear tu presentación, sino que ensáyala también, en voz alta, delante de un espejo, con tu familia o amigos… Y anticipa también todas las posibles preguntas que puedan surgir al hilo de tu intervención. Esto te hará ganar en seguridad, lo que se traducirá en una mayor tranquilidad. Los ensayos reducen las posibilidades de cometer errores.

El día D trata de llegar con antelación al lugar del evento, familiarízate con el entorno y el espacio, prueba que todo funcione correctamente… –cuanto menos se deje al azar, mejor– y, cuando todo esté listo, dedícate unos minutos para ti mismo, céntrate en tu respiración, visualízate haciéndolo bien, piensa en aquello que te gustaría que ocurriera y acuérdate, una vez más, de relativizar lo que está en juego.

Una vez en el escenario, trata de entrar en contacto con tu audiencia lo más rápidamente posible. Intenta establecer contacto visual con los miembros del público, eso ayudará a crear una conexión emocional que actuará a modo de calmante también, y que relajará el peso de sus miradas en ti. No te preocupes si te ruborizas, sudas, tiemblas, sufres palpitaciones o tu boca se seca… diversos estudios han demostrado que sólo el 1% de tus nervios es percibido por el público. Y mucho menos te obsesiones con el comportamiento de la audiencia, con la persona que abandona la sala, está centrado en su teléfono móvil o tiene cara de aburrida. ¿Acaso no te has comportado tú también así en alguna ocasión? Lo importante es el resto de público, no los comportamientos aislados de algunas personas. La concentración es tu mejor aliada. Céntrate en tu mensaje, en lo que quieres transmitir y recuerda que si estás ahí es porque tienes información que ellos necesitan o desean escuchar. No te lo tomes como un examen, sino como una experiencia para compartir, y así tus nervios “bajarán de volumen”.

Pero más allá de estos pequeños trucos lo importante por encima de todo es la confianza. El miedo a hablar en público se combate con confianza.

Cree en ti y en lo que vas a contar, transmite el mensaje con convicción

La experiencia te aportará seguridad. Por ello practica.

Cuanto mejor hagamos las cosas –y para ello necesitamos prepararnos- mejor nos saldrán y más confianza en nosotros mismos ganaremos.

Y de esta manera, nuestros miedos más profundos e irracionales se transformarán en respeto por la audiencia y por el trabajo bien hecho, nos adentraremos en el camino de la mejora continua, sin olvidar jamás que porque por muchas horas de vuelo que se lleven y por muy pequeños que hayamos sido capaces de hacer nuestros temores, uno nunca debe creerse que lo sabe todo, ni subestimar al público que tiene delante. Si así lo haces estarás cambiando miedo por complacencia, dogma, vanidad, …

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