“Las fotografías son las listas de viñetas del siglo XXI.”
—Martin Fowler

Después de tanto PowerPoint rebosante de texto y números, se diría que las imágenes se han transformado en la panacea de las presentaciones. No siempre. En ocasiones, las palabras transmiten un concepto mejor que mil imágenes. He leído recientemente con verdadero gozo intelectual el libro Trees, Maps, and Theorems, de Jean-Luc Doumont, quien reflexiona sobre el poder de la palabra sobre las imágenes. Reflexiones que recojo y amplío en esta entrada.

Las imágenes son muy poderosas y el poder acarrea sus riesgos

Ya lo aprendimos del tío de Spiderman:

“Todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”.

Una imagen resulta excelente para representar conceptos intuitivos, como por ejemplo un objeto real: una manzana.

Al mismo tiempo, la imagen está condenada a ser concreta: no puede transmitir ideas abstractas, al menos no sin ambigüedades. ¿Simboliza esa manzana pecado, ciencia o vida sana?

Las imágenes con su concreción añaden ruido e invitan a la distracción: la forma, el color, la textura de la manzana pueden distraer del mensaje pretendido por la fotografía de la manzana. Cuando mires a la manzana, no verás la idea abstracta, verás una manzana concreta.

Una representación pictográfica dada ilustra una única instancia de un concepto fácilmente expresable con palabras

La fotografía de la manzana no nos está diciendo manzana: más bien, indica un espécimen particular de una variedad y madurez específicas, sugeridas por su forma, textura y color visibles. Las representaciones no simbólicas como las fotografías están condenadas a ser concretas. Por ser intuitivas y concretas sugieren instantáneamente un significado. Es más, pueden sugerir un significado diferente para cada observador, quien a menudo no imagina que otros puedan “ver” otros significados.

La obra de Garr Reynolds y herramientas como Haiku están poniendo de moda la creación de presentaciones a base de diapositivas con una sola palabra o con una única frase muy corta, escritas sobre una fotografía a pantalla completa. Por desgracia, a pesar de resultar llamativas e incluso estéticas, estas fotografías suelen actuar como ruido: no aportan nada al mensaje, sólo distraen a la audiencia, en especial cuando no queda del todo clara la relación con el concepto o cuando evocan significados muy variados y alejados del concepto original.

Cualquiera que haya creado tales presentaciones se habrá percatado de que resulta más sencillo encontrar la palabra adecuada que la imagen adecuada. ¿Qué te sugiere este hecho?

En cierto sentido, una palabra vale más que mil imágenes

La codificación verbal puede expresar conceptos abstractos sin ambigüedades y con concisión, aunque no intuitivamente. Retomemos el ejemplo de la manzana. La palabra manzana designa cualquier manzana y por tanto trasciende todas las imágenes, las cuales sólo pueden mostrar especímenes.

En esencia, las codificaciones verbales y las codificaciones simbólicas son complementarias. Constituyen la forma esencial de redundancia para transmitir eficazmente tu mensaje. No pretendas acompañar cada diapositiva de una fotografía cuando una palabra ya evoca perfectamente el concepto a transmitir.

Menos es más. En especial, cuando una palabra, la palabra precisa, vale más que mil imágenes.

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DIÁLOGO ABIERTO

¿Qué uso das a las fotografías en tus presentaciones?

Escrito por Gonzalo Álvarez Marañón , científico, escritor y conferenciante.

[Créditos: “Manzana” diseñada por Phil Gibson de The Noun Project.]