“Aquel que salte de la Cabeza del León probará su valía.”
—Indiana Jones
Durante los primeros instantes de una conferencia cualquier orador podrá experimentar cómo la atención plena y el silencio expectante de la audiencia llenan la sala. Lo más común es que en el transcurso de esos primeros segundos los nervios del ponente también se encuentren en su punto más álgido. ¡Qué desafortunada coincidencia! La unión de estos dos factores determinantes hacen del inicio de la charla el momento de máxima tensión.
Superar con éxito ese y otros instantes cruciales durante la planificación, estructuración, diseño y exposición de tu presentación resulta mucho más asumible teniendo como guía los aprendizajes de El Arte de Presentar específicos para cada parte de la misma.
A continuación te proponemos un resumen en apenas seis pasos de las recomendaciones más sencillas para dar comienzo cualquier ponencia:
1Escaneado
Al principio esos segundos te parecerán eternos, pero efectivamente, son sólo segundos. Toma una respiración y contempla en silencio a tu audiencia. Sonríeles y espera el momento adecuado para emitir tus primeras palabras. El silencio aumentará la expectación de los asistentes, lo cual te va a beneficiar a la hora de mantener su atención. No temas hacerlo, la idea de que tú eliges el instante adecuado para comenzar a hablar te aportará seguridad y confianza.
2 Preguntas
Elige tres preguntas sencillas, relacionadas con tu tema, que puedan ser respondidas por tu audiencia con un simple gesto, como alzar la mano levemente. Recuerda que estas preguntas deben incluir a toda tu audiencia por lo que, si preguntas cuestiones como: ¿Cuántos de vosotros habéis revisado el mail a primera hora? también tendrás que preguntar cuántos no lo han revisado, para que nadie se quede fuera de tu charla y todos sientan que la temática les afecta directamente. Además estarás logrando la participación de los asistentes desde el primer momento; su mente y su cuerpo se pondrán en funcionamiento a través de tus preguntas.
3 Presentación
Éste es el momento en el que les dices quién eres, tu nombre, tu profesión y el tema sobre el que les vas a hablar y durante cuánto tiempo lo harás. Procura que tu descripción de la temática sea sencilla y al mismo tiempo atractiva, con gancho.
Como te habrás dado cuenta, no es la forma más habitual. Lo más corriente es que una ponencia comience precisamente con este apartado de la presentación. Posiblemente estos ponentes no están considerando que aunque la audiencia parece atenta al comienzo de la charla puede que la temática aún no le haya cautivado lo suficiente y vayan a desconectar rápidamente.
Sin embargo, hacer la presentación tras las preguntas de inclusión les asegura que la verdadera protagonista en esa charla es precisamente la audiencia y que, a tenor de las respuestas que ella misma ha ofrecido, el contenido que vendrá a continuación le incumbe.
4 Honra a tu audiencia
Tu introducción del tema y presentación oficial ha desviado mínimamente el foco de atención hacia tu persona. Procura devolverlo donde pertenece: a los asistentes, sin los cuales no existiría dicha conferencia. Honra su presencia agradeciendo que inviertan sus recursos más preciados de tiempo, esfuerzo y dinero, ya que incluso en el caso de que la charla fuera gratuita, estarían renunciando a su posibilidad de ganarlo para acompañarte y escuchar tu mensaje.
El coste de oportunidad de estar presentes en esa sala es muy alto, hazles saber que eres consciente de este hecho y agradéceles de corazón su asistencia y atención.
5 QHAPM
Es decir: ¿Qué Hay Ahí Para Mí? Los presentes más escépticos podrían seguir preguntándose: “Y a mí, ¿qué?”. Como dice Gonzalo Álvarez en El Arte de Presentar necesitas contar algo realmente relevante para la audiencia, no para ti:
[Tweet «No te centres en las características de tu producto o servicio; sino en los beneficios»]
Procura dar respuesta en este punto de la introducción a la pregunta que podrían estar formulándose los asistentes: “Y a mi, ¿qué?”. Cuéntales los tres beneficios que van a obtener al escuchar tu charla y por favor, cúmplelas.
6 Gánate el derecho
Has conseguido conectar con tu audiencia, implicarla e interesarla, pero ¿quién eres tú para hablarles de esto? No es necesario que tengas un título oficial que avale el tema que vas a comentar, pero es muy recomendable que expliques con motivos convincentes por qué puedes hacerlo, cómo te has documentado, cuál ha sido tu experiencia, qué has aprendido a través de ella y por qué es en definitiva la temática elegida. Si tus palabras son sinceras se producirá una conexión emocional con tu audiencia y a partir de ese momento te permitirán, también a un nivel inconsciente, que les hables sobre ello.
Ahora sí, comienza el contenido de tu ponencia, da un paso al frente con confianza, como el propio Indiana Jones en la “Última Cruzada”, y guía a tus asistentes a través de este viaje que es la presentación. Disfrutad juntos de la creación de un acto vivo de comunicación que tiene como fin último inspirar un cambio en todos sus participantes.
¡Adelante!
DIÁLOGO ABIERTO
¿Cuántos segundos en silencio aguantarías frente a tu audiencia?
[Créditos: Explorer, diseñado por Daniel Turner; Presentation, diseñado por PJ Souders.]
Muchísimas gracias por vuestros comentarios. Todos y cada uno son válidos para el objetivo fundamental de reducir, lo máximo posible, el estrés que causa enfrentarse a una presentación.
Mi objetivo era sobre todo identificar un sistema que pudiera seguirse paso por paso para lograrlo, que unido a vuestros consejos puede verdaderamente marcar la diferencia para un ponente a la hora de enfrentarse al público con otra perspectiva.
Sois la mejor motivación para seguir escribiendo. Muchísimas gracias.
Un elemento importante para vencer la tensión es tener bien claro y sintetizado en la mente es sobre que vamos a hablar? Hacer ejercicios de respiración, de distensión y muecas psico motrices ayudan mucho. Lo demás lo da la experiencia.
Siempre me ha parecido un factor clave el manejo del tiempo, como una parte fundamental del dominio del ritmo, algo imprescindible en cualquier presentación pública, sea del tipo que sea.
Aguantar tres segundos en silencio ante un auditorio expectante puede ser una auténtica eternidad. Recuerdo de mis tiempos de radio que se nos enseñaba que tres segundos de silencio podían ser un drama, ya que era el tiempo que un oyente necesitaba para sintonizar otra emisora.
Unos puntos de vista interesantes. Mil gracias.
A mí algo que me funciona muy bien y que enseño en mis cursos es buscar caras amigables en el público justo antes de comenzar a hablar (durante el «escaneado»). Ese primer minuto, que es efectivamente el más difícil, si lo pasamos hablando sólo a personas con las que hay una conexión positiva, será emocionalmente más llevadero. Pasado éste y, sintiendo que ya vamos rodados, tendremos la confianza suficiente como para dirigirnos a todas las caras (incluso las «menos» amigables).
Primero; gracias por sus excelentes contenidos.
Creo que lo ideal sería que alguien presente al orador. Las primeras palabras son el anzuelo para enganchar a la audiencia hasta el final. Empezar a hablar de uno mismo, después del «escaneado», además de sonar petulante, se roba la magia de esos primeros segundos que, para mi, son vitales para el éxito de toda charla.