Un viajero se acercaba caminando a una gran ciudad protegida por una muralla. En la entrada principal de la ciudad estaba sentado un anciano al que se dirigió el viajero:

«Buenos días, señor».

«Buenos días», respondió el anciano.

«¿Podría decirme cómo es la gente que vive en esta ciudad?», preguntó el viajero.

«¿Podría decirme usted cómo es la gente de la ciudad de la que procede?», respondió el anciano.

«Son mala gente», dijo el viajero. «Egoístas, mezquinos, hipócritas, falsos … por ese motivo busco una nueva ciudad en la que vivir».

«Pues debo decirle», repuso el anciano, con un semblante muy serio, «que aquí encontrará lo mismo».

Ante el comentario del anciano, el viajero decidió retroceder y no entrar en la ciudad. Se despidió de él, y siguió su camino.

Pero ese mismo día, pasadas unas horas, otro viajero se acercó a la misma ciudad amurallada, en cuya puerta seguía sentado el mismo anciano. De nuevo, este segundo viajero se dirigió al anciano como lo había hecho el otro hombre unas horas antes:

«Buenos días, señor».

«Buenos días», respondió el anciano.

«¿Podría decirme cómo es la gente que vive en esta ciudad?», preguntó el segundo viajero.

«¿Podría decirme usted cómo es la gente de la ciudad de la que procede?», respondió de nuevo el anciano.

«Son buena gente, amables, atentos, generosos, aunque claro, de todo hay, pero en general son buena gente, pero me gusta viajar por el mundo y conocer nuevos lugares, por este motivo quisiera conocer esta ciudad».

«Pues debo decirle», repuso el anciano, esta vez con una sonrisa, «que aquí encontrará lo mismo».

—Cuento tradicional recogido por Alex Rovira en El mapa del tesoro.

Cuando quiero saber cómo es un cliente de coaching, me basta con hacerle una sola pregunta:

¿Cómo son tus audiencias?

Por ejemplo, trabajando con un cliente, a mi pregunta sobre cómo veía él a la audiencia, me respondió:

«Las audiencias son frías».

Tenías que ver cómo era esta persona: ¡fría como un témpano! En realidad, ya te lo hueles, era él quien se comportaba fríamente sobre el escenario. Y claro, ¿cómo reaccionaba la audiencia? Pues devolviéndole la frialdad que recibía. Y luego se me quejaba de que las audiencias son frías…

Proyectamos sobre los demás nuestra personalidad y nuestra forma de ver el mundo

Igual que en el cuento que encabeza este artículo, tendemos a ver a los demás tal y como somos y no tal y como son. Solemos atribuirles nuestros propios hábitos, valores, creencias y opiniones. Ya nuestro refranero lo recoge con acierto: «Cree el ladrón que todos son de su condición».

Dedica unos minutos a anotar en un papel la respuesta a la pregunta:

¿Cómo son tus audiencias?

La respuesta que des revelará tanto de ti como el mejor test de personalidad.

Coaching de presentaciones

DIÁLOGO ABIERTO

¿Cómo son tus audiencias?

[Créditos: Imagen de cabecera diseñada para este artículo con elementos de shutterstock.]Guardar

Guardar

Guardar