El primer día que salí a escalar con amigos después del curso de introducción a la escalada, subí hasta el descuelgue. Hice la operación de desencordarme, asegurarme y volverme a encordar. Le grité a mi compañero que me aseguraba desde el suelo 20 ó 25 metros más abajo: «¡Listo! ». No Mientra entendimos. Me eché hacia atrás, pero mi compañero no había recogio la comba. ¡Caí a plomo unos 15 metros! Mientras caía, en un acto reflejo de supervivencia, me agarré a la cuerda. Por supuesto, lo único que conseguí fue una quemadura grave en la mano que me impidió escalar el resto de ese día y unos cuantos más.

EN SITUACIONES DE TENSIÓN, NECESITAMOS AGARRARNOS A ALGO

A cualquier cosa. Cuando nos sentimos en peligro, buscamos seguridad y protección. ¿Nunca has ido de copiloto en un coche y ante una maniobra arriesgada del conductor has apretado el agarramanos como si te fuera la vida en ello?

Así que, sales al escenario, o te pones de pie en una reunión, y ¿qué agarras? ¡El boli!

EL BOLÍGRAFO ES EL CHUPETE PARA QUE EL NIÑO DEJE DE LLORAR

Cuando un niño es pequeñín se le suele poner un chupete para que se calme y deje de llorar. A los tres años típicamente, se le retira el chupete. ¿Has visto un alumno de 20 años haciendo un examen en la universidad con el chupete en la boca? «Es que me calma». Pues no.

El bolígrafo actúa como ese chupete. Calma los nervios y ayuda a sentir seguridad. Entre salir con bolígrafo o no salir, ¡sal con bolígrafo!

Pero con el tiempo, si quieres crecer como comunicador, tendrás que dejarlo:

  • No aporta nada al discurso
  • Distrae a la audiencia
  • Te limita tu expresividad gestual
  • Se termina convirtiendo en un talismán imprescindible
  • De tanto manosearlo, llegarás a hacer molestos clics, puede llegar a romperse e incluso hasta mancharte de tinta

HAZ UN USO FUNCIONAL DE LOS OBJETOS

Los objetos tienen que ser útiles. Si no se están utilizando continuamente, es mejor depositarlos sobre el atril o sobre la mesa y tomarlos con las manos solamente cuando vayas a utilizarlos de nuevo. Si los conservas entre las manos, terminarás demostrando tu nerviosismo y, lo que puede ser peor, los esgrimirás para señalar, transformándolos en un bastón o en una espada simbólicos, usados como herramienta de defensa y de ataque.

El boli (o rotulador) termina convirtiéndose en un Objeto Identificador de Emoción: radiodifundirá a todos los que presten atención cómo te sientes. Recuerda que lo que sientes en el interior se manifiesta en el exterior.

SI NO LLEVO BOLI, ¿QUÉ LLEVO?

Rétate a salir sin boli en situaciones que te impongan menos. Con el tiempo, tu objetivo será salir con las manos desnudas. Y ¿qué harás entonces con ellas?

Para habituarte a usar tus manos constructivamente, introduce los gestos poco a poco en tus presentaciones. Empieza por gestos sencillos para ilustrar tus palabras, como los que vimos en los ejercicios:

  • Numerales: uno, dos, tres…
  • Ordinales: primero, segundo, tercero…
  • Crecimiento, aumento
  • Enfocarse, centrarse
  • Repartir, distribuir

Alterna los gestos con una sola mano con gestos con las dos. La clave para añadir impacto con tus gestos reside en su coordinación con el mensaje. Cuando no haces nada con tus manos, déjalas colgar relajadamente a los lados del cuerpo.

Comunicas con todo tu ser. Los gestos y la postura contribuyen poderosamente a tu presencia sobre un escenario. Aprende a controlar el movimiento de tus manos y construirás una sólida imagen como ponente.

DIÁLOGO ABIERTO

¿Tú que sueles llevar en la mano al salir a hablar en público?