En su libro Estrés: El Lado Bueno: Por Qué El Estrés Es Bueno Para Ti Y Cómo Puedes Volverte Bueno Para Él, la autora Kelly Mcgonigal nos propone el siguiente experimento mental:

Imagina que trabajas para una organización con cientos de empleados y estás a punto de exponer una presentación para todo el grupo. El CEO y todos los miembros de la junta directiva se encuentran entre la audiencia. Los nervios por la charla te han consumido durante toda la semana y ahora tu corazón está latiendo con fuerza. Tus palmas están sudando. Sientes tu boca seca.

¿Qué es lo mejor que puedes hacer en este momento? ¿Tratar de calmarte o tratar de sentirte emocionado?

Desde hace años, en nuestros cursos venimos planteando esta pregunta a los participantes. Las respuestas son casi unánimes: casi el 100% piensa que lo mejor es tratar de calmarse. ¿Pero es verdad? ¿Tratar de relajarte es la mejor estrategia para actuar bajo presión? ¿O es mejor abrazar la ansiedad?

“ESTOY TRANQUILO” VS “ESTOY EMOCIONADO”

Según cuenta Kelly Mcgonigal, la investigadora Alison W. Brooks de la Harvard Business School diseñó un experimento para averiguarlo. Seleccionó a varias personas a punto de dar un discurso y las dividió en dos grupos. Al primero, les recomendó que para relajarse y calmar sus nervios se dijeran a sí mismos: «Estoy tranquilo». Al segundo, les dijo que abrazaran la ansiedad y se dijeran a sí mismos: «Estoy emocionado». ¿Qué crees que pasó?

Pues que ninguna de las dos estrategias hizo desaparecer la ansiedad. Ambos grupos todavía tenían nervios antes de su discurso. Sin embargo, se creó una importante diferencia. Los participantes que se habían dicho a sí mismos «Estoy emocionado» se sintieron más capacitados para manejar la presión. A pesar de sentir ansiedad, confiaban en su capacidad para dar una buena charla.

Vale, una cosa es sentirse confiado en poder dar una buena charla y otra es darla bien. ¿Lo lograron? Pues resulta que sí. Las personas que hicieron el papel de jueces viendo los discursos calificaron a los oradores emocionados como más persuasivos, confiados y competentes que los participantes que habían tratado de calmarse. Con un cambio de mentalidad, transformaron su ansiedad en energía que les ayudó a dar lo mejor de sí mismos bajo presión.

BAJO PRESIÓN, NO TRATES DE CALMARTE, EMOCIÓNATE

Tanto si eres un estudiante que se enfrenta al examen más importante de su vida o un atleta profesional que afronta la competición más dura de su carrera, acoger el estrés puede aumentar la confianza y mejorar el rendimiento. Según las últimas investigaciones, abrazar tu ansiedad puede ayudarte a enfrentar un desafío e incluso transformar una respuesta típica de miedo en coraje.

Como se explica en Estrés: El Lado Bueno, incluso en situaciones en las que no sabes qué hacer, cómo hacerlo o ni siquiera si puedes hacerlo, aceptar el estrés puede ayudarte a encontrar la fuerza para seguir adelante. Cuando dejas de resistirte, el estrés puede impulsarte.

¿Quieres saber cómo? Pon en práctica las estrategias sobre las que escribí en El peor consejo para combatir los nervios antes de una presentación: trata de relajarte y calmarte, en Estos dos viejos trucos de los monjes budistas te ayudarán a superar los nervios al hablar en público y en Reevaluación cognitiva: Aprende de los estoicos a regular tu miedo al hablar en público.

Hablar en público es un privilegio y una fuente de alegría. ¿Te lo vas a perder? Apúntate a nuestro próximo curso sobre cómo poner en escena una presentación y superar esos nervios.

Puesta en escena de un discurso

DIÁLOGO ABIERTO

¿Y tú? ¿Cómo gestionas la ansiedad antes de hablar en público?