Mertxe Pasamontes

En ocasiones estamos muy preocupados cuando hacemos una presentación en los aspectos técnicos (Power Point, audio, etc..) además de en el hecho de ofrecer un buen contenido. Los aspectos técnicos deberían ser sólo una herramienta, algo que nos acompañe y refuerce, nunca el centro de nuestra actuación. Y el contenido es importante obviamente, pero lo es incluso más el modo en que vas a transmitirlo, qué vas a hacer para que de verdad llegue a tu audiencia.

Uno de los aspectos fundamentales para ser un verdadero “comunicador” y no un mero “ser parlante” o “recitador de palabras” cuando hacemos una presentación es el estado emocional, tanto el interno del presentador como el de la audiencia. Todos hemos visto en alguna ocasión a grandes presentadores que consiguen todo tipo de reacciones de su audiencia: les hacen reír, los dejan pensativos o incluso hay quién consigue conmover a sus espectadores hasta el punto de las lágrimas.

¿Os habéis preguntado alguna vez cómo lo consiguen? La mayoría son personas que han preparado cuidadosamente su presentación, conocen el contenido a la perfección, lo han ensayado y han construido un discurso que combine el contenido con diferentes momentos emocionales. Han tenido en cuenta ese aspecto emocional en la preparación, no sólo han pensado en ofrecer información y difundir ideas, han pensado también en transmitir experiencias, sensaciones y emociones. No es algo que puedas pensar que sucederá al azar, que no necesita preparación, pues es posible que no lo haga. Y entonces, cuando acabes la charla, las personas se irán con una gran cantidad de información nueva, pero ninguna emoción asociada, que hará que si tienes suerte recuerden lo que dijiste durante unas horas, ….

Crea esa emoción que permite que los cambios sucedan

Una vez lo tienes preparado y ensayado llega el momento de la verdad, de estar ahí y ser aquello que estás transmitiendo. La emoción no surge de la técnica, surge de tu interior, de que tus palabras y tus gestos estén alineados con tu emoción interior. Si explicas un chiste para “hacer la gracia”, pero tú no sientes esa alegría interna, esa dicha, lo más probable es que no haga ninguna gracia. Si tratas de conmover con una historia sentida y a ti no te conmueve, lo más probable es que el público quede más o menos impresionado, pero sólo de manera superficial, sin una emocionalidad auténtica. En cada momento de tu presentación tienes que ser el mensaje. Ya sabemos que las emociones se contagian y cuando eres el mensaje, éste se extiende, se proyecta, se amplifica y se infiltra en cada neurona espejo del espectador y de ahí a todo su cuerpo. Y la sala vibra en tu misma frecuencia. Y es ahí cuando cesa la difusión de información y comienza la magia. Ya que de eso va el tema de presentar en público, de crear esa magia que permite que los cambios sucedan.

¿Creas magia en tus presentaciones o te limitas a ofrecer conocimientos?

Esta entrada ha sido amablemente escrita por Mertxe Pasamontes, Psicóloga 2.0, Humanista, PsicoCoach y Formadora. Escritora y Blogger. Fotógrafa aficionada. Y si le preguntas por lo que hace, te responderá: ayudar a las personas a empoderarse, a escuchar su voz interior.

- A nuestras presentaciones les sobra cabeza y les falta corazón

- Si sientes pasión por el tema de tu charla, contagiarás entusiasmo en tus presentaciones