Si ni tú mismo te crees lo que cuentas, ¿sonarás convincente a tu audiencia?

Si no te interesa el tema de tu propia charla, ¿a quién interesarás?

Si no muestras pasión por el objeto de tu presentación, ¿qué entusiasmo vas a contagiar?

Cuando sientes pasión por el tema de tu exposición, se traslucirá en tu lenguaje no verbal: en tu voz, en tu mirada, en tus gestos. La pasión se contagia, transmite fuerza, ilusión y poder de convicción. El ponente apasionado es capaz de llegar a la cabeza de su público porque antes ha conectado con su corazón.

Si no sientes la menor emoción por lo que dices, no conseguirás conectar con la audiencia

Muchos ponentes utilizan un lenguaje neutral. Inhiben toda su expresividad corporal en un intento por aparecer serios y profesionales. Hablar a la cabeza del auditorio no lo transformará porque la gente no solamente quiere información.

Un comunicador entusiasmado no se siente cohibido por la formalidad del evento y permite que brille su natural entusiasmo. Siempre busca en un tema, por aburrido que parezca, aquello que más puede interesar y beneficiar a los asistentes. Es capaz de transformar contenido aburrido en acción inspiradora.

Si crees sin reservas en lo que dices, tu entusiasmo brotará a través de todos tus poros.

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