Un discípulo le dice a un Maestro de conversación:
– Venerado instructor, ¿puede usted enseñarme a hablar bien?
– Sí, te voy a enseñar. Siéntate y escucha….
El discípulo se sienta frente al Maestro. Pasa el tiempo. El anciano no habla. El discípulo, que esperaba oír sabias palabras, se impacienta.
– Maestro, lo estoy esperando. Quiero aprender a conversar y usted no me dice nada.
– Precisamente te estoy enseñando a escuchar en silencio, que es la esencia de conversar.
—Alejandro Jodorowsky, Cabaret Místico
Las personas necesitamos ser escuchadas para sentirnos valoradas
Durante las conversaciones, reuniones y presentaciones rara vez escuchamos al otro. ¿Cómo vamos a escuchar si nuestra mente trabaja a 100.000 rpm buscando la siguiente réplica o elaborando el próximo contraargumento? No estamos escuchando. Estamos esperando cortésmente nuestro turno.
Escuchar no es callar mientras el otro habla
Escuchar implica poner toda nuestra atención en sus palabras, en sus emociones, en su cuerpo. ¿Qué está diciendo? ¿Qué está sintiendo? ¿Cómo reacciona su cuerpo?
Escuchar con esa intensidad exige esfuerzo. Para escuchar empáticamente debes primero aquietar tu mente y tu cuerpo para dirigir toda tu atención hacia tu interlocutor. Si no escuchas con todo tu cuerpo no oirás todo lo que el otro tiene que decir.
Escuchar parte del deseo profundo de comprender al otro
Escuchar de forma completa es una actividad más emocional que intelectual. La escucha arranca del deseo de ayudar a resolver un problema en lugar de imponer tu solución. Escuchar conlleva trasladar el foco de atención desde uno mismo hacia los demás.
Los ponentes centrados en sí mismos son incapaces de escuchar. Y las audiencias que no se sienten escuchadas son incapaces de atender. Interésate por tu audiencia y entonces te escuchará con interés.
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DIÁLOGO ABIERTO
¿Cómo escuchas a tu audiencia, ya sea de una o de cientos de personas?
«A los comienzos de toda discusión conviene fijar lo que ha de quedar fuera de la disputa; y quien la emprenda, antes de decir lo que se propone probar, ha de decir qué es lo que no desea probar.» (dicen que lo dijo Chesterton).
Cómo era aquello de que la naturaleza es sabia, y que por eso tenemos dos orejas y una boca 😉
Totalmente de acuerdo. Los ponentes que escuchan e inspiran con su sabiduría se llevan el pato al agua por muchos años!! Porque nos dan soluciones personalizadas en grupo: el arte de inspirar.
¡Cuánta razón! Por eso los ponentes más exitosos son los que hablan «con» la audiencia, no lo que hablan «a» la audiencia…