Este post ha sido amablemente escrito por Javier Fernández Panadero, profesor de Secundaria, autor de libros de divulgación como ¿Por qué el cielo es azul? o Experimentos para entender el mundo, escribe el blog La Ciencia para todos y es habitual en espectáculos de divulgación y experimentos.

Captar la atención de un alumno de instituto no es cosa fácil.

Tenemos algunas cosas en contra:

  • No han venido voluntariamente.
  • Puede que no les interese el tema o incluso que tengan una predisposición en contra.
  • Y, sobre todo, son adolescentes y preadolescentes… ¿Hay que decir más?

Aun así, no es imposible. Dominarlo es un arte, pero a mejorar podemos empezar desde ya.

Enunciemos primero una idea que nos iluminará todo el camino: 

Los alumnos son personas

1Ama a tus alumnos

Como el resto de animales, como el resto de humanos, como tú y como yo… respondemos al cariño.

Por muchos trucos que conozcas sobre cómo hablar en público, no podrás engañarlos por mucho tiempo. Se te notará la impostura, se verá el «decorado».

Si, por ejemplo, vas a clase por pagar las facturas, pero en el fondo no te interesan los chavales, te molestan o incluso les desprecias… se nota. Eso genera una distancia difícil de salvar. Por el contrario, muchos estudiantes estudiarán tu asignatura y quizá no se esfuercen tanto en otras porque notan tu cariño y ellos también te aprecian.

Si tú no tienes un interés verdadero en ellos, ¿por qué crees que lo tendrán por ti o por lo que digas? Recuerda aquella etapa de tu vida y cómo eran casi inseparables las asignaturas de quienes las enseñaban, para bien y para mal.

2Ama lo que enseñas

Cuenta con pasión lo que te apasiona.

«Tenéis que aprender esto porque es muy útil/importante» no es un mensaje que cale muy hondo y no es de extrañar. Fíjate, ¿es ese conocimiento directamente útil o importante en su mundo cotidiano? Aunque el motor de su coche funcione gracias a la Termodinámica, ¿deben ellos saber Termodinámica para arrancarlo o conducirlo? ¿Necesitan saber Electromagnetismo para usar el Whatsapp?

Por otra parte, y no menos importante, ¿es esa la razón que te convenció a ti para estudiar esa disciplina? ¿O lo hacías porque te encantaba, porque… molaba?

¿Por qué usar un argumento para convencerles a ellos que no te convenció a ti?

Aquí viene muy a cuento la conocida cita atribuida a Feynman: «La Física es como el sexo, puede que sirva para algo, pero esa no es la razón por la que lo hacemos».

3Olvida las palabras «obvio» y «evidente»

El abuso que se hace de estas palabras es escandaloso.

Nada es obvio ni evidente… y menos en frases del estilo: Esto es obvio, porque…

Si tienes que explicar por qué, es que no es obvio. De hecho, si es obvio, no habría ni que mencionarlo, porque todo el mundo sería consciente del hecho… por su obviedad. Así que descartemos ese par de términos, por favor.

Piensa qué asunto les quieres contar, de uno en uno. Piensa en el camino que necesitas para contarlo, de manera que no andes suponiendo conocimientos (aunque debieran saberlos) y que no te despistes con el montón de cosas que sabes y que te pasan por la mente… eso te estorbará. Genera «unidades explicativas» autocontenidas, píldoras que se las pudieras dar a cualquiera que vaya por la calle y que las entendería.

4Ellos ya saben cosas

Tus chavales no han nacido ayer. Si te paras a hablar con ellos de otras cosas, te darás cuenta de que tienen experiencias, y no son pocas, ni desdeñables… acuérdate de que dijimos que eran personas.

Enlaza lo que cuentas con lo que saben, con lo que les preocupa, con lo que les suscita curiosidad en su mundo… En su mundo… no en el tuyo, en el suyo. De nuevo recuerda: son personas y, como a la mayoría, les interesa lo que sienten que les afecta y no mucho más.

Cosas como:

¿Habéis visto el capítulo de los Simpsons cuando Homer tira muelles por el retrete?

¿Sabéis ese dolor de cabeza cuando os dan «garrafón»?

¿Sabes la cafeína que lleva esa bebida que tomas?

Son muy interesantes para que te acompañen a lo que les quieras contar.

5Estudia algo que no sepas

En mi opinión, uno de los principales males del profesor es que ha olvidado cómo se sentía cuando estaba aprendiendo. Así que ponte a aprender algo, sé un alumno tú. Y no vale que seas Físico y te matricules en Matemáticas… ponte a aprender a patinar. Siente la incomodidad de que te digan: Ponte en pie, di tu nombre y cuéntanos algo de ti. Fíjate en cómo te sientes cuando te dicen que hagas algo y tú lo has entendido, pero no te sale y tu profesor te dice: «¿Es que no lo entiendes?» o  «Tú déjate llevar» o «Hazlo según te lo vaya pidiendo» o cualquiera de esas instrucciones inútiles y frustrantes que a veces damos nosotros. O mejor incluso, a ver cómo llevas la regañina ese día que se te ha olvidado el material, o que no has hecho los «deberes».

Si no tienes empatía natural y no te puedes poner virtualmente en lugar del otro, lo mejor es que te pongas «materialmente» en el lugar del otro… allí lo verás claro.

Mucho más podría decirse (os esperamos en los comentarios), pero creo que un buen resumen sería:

Quiérelos a ellos y a lo que enseñas, sin imposturas, sin vender motos, y así podrán ver en lo que les cuentas lo que te enamoró a ti y puede que se enamoren también.

[¿Eres profesor y te gustaría mejorar la organización y contenidos de tus clases para enamorar a tus alumnos? Apúntate a nuestro próximo curso público sobre Cómo Crear Presentaciones de Impacto.]

DIÁLOGO ABIERTO

Y tú, ¿qué haces para captar la atención de tus alumnos? ¿Qué te funciona?