tunelEscucho en la radio acerca de la reciente publicación de un estudio sobre la señalización de tráfico en quince países de la Unión Europea, con la participación de los distintos clubes automovilísticos. Una de las conclusiones más preocupantes del estudio revela que seis de cada diez europeos tienen problemas para comprender correctamente la señalización de la carretera. Según recoge el informe, un 53,6% de conductores españoles considera que hay demasiadas señales de dirección en un solo punto; el 39,3% que las señales son difíciles de reconocer por la existencia de vallas u otros obstáculos; y el 35%, que la información de las mismas es muy compleja.

Por otro lado, el estudio antes aludido revela también que, al parecer, la señalización en las vías urbanas no es la más adecuada. Según Mario Arnaldo, presidente de Automovilistas Europeos Asociados, el motivo puede atribuirse a que

«las señales las hacen personas que conocen el lugar y dan por supuesto que los usuarios saben a dónde deben dirigirse, y no se ponen en el lugar de las personas que desconocen el lugar».

A continuación muestro un vídeo donde se recoge la noticia:

[youtube id=3hGjvCyK1Es]

Como puede verse, la situación de desinformación y mala comunicación es preocupante.

Qué nos enseñan las señales de tráfico

¿Podemos extraer alguna enseñanza de este estudio no sólo como conductores, sino también como presentadores? Seguro que sí.

  • Menos es más. Demasiada información no sólo no ayuda a comprender mejor el mensaje, sino que confunde y desorienta. Las transparencias deben ser sencillas, sin incluir demasiados elementos, eliminando todo lo superfluo, como clipart, logos, cabeceras, pies, y demás elementos que no hacen bonito y sólo sirven para distraer y añadir ruido. Si una transparencia contiene demasiada información, entonces ésta debería repartirse entre dos, tres o más transparencias, de manera que se alcance un equilibrio. No por incluir mucha información en una transparencia se verán más claramente las relaciones entre los datos. El cerebro tiene una capacidad limitada de procesamiento y asimilación de información y resulta muy fácil saturarla. Ahora bien: simplifica, pero sin pasarte.

Menos es más

  • No asumas que la audiencia sabe tanto como tú. Si no te metes en la piel de la audiencia, te resultará difícil sintonizar con sus conocimientos y expectativas. Como consecuencia, la presentación no conectará con ella y acabará en fracaso. Cuando sabemos mucho sobre un tema, puede resultarnos casi imposible imaginarnos que otras personas no sepan tanto como nosotros. Es lo que Chip y Dan Heath denominan la «maldición del conocimiento». Encuentra cuál es el lenguaje de la audiencia y háblalo. Tú debes ponerte a su nivel, no esperes que ella se eleve al tuyo.

No asumas que la audiencia sabe tanto como tú

Recordemos estas enseñanzas en todas nuestras presentaciones y podremos transportar a la audiencia sin accidentes hasta el destino.

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