Todos admiramos la seguridad y confianza que exhiben los grandes comunicadores.

Los vemos cautivar a sus audiencias y nos preguntamos qué deberíamos aprender para parecer tan tranquilos como ellos sobre un escenario.

Los nervios y el miedo a hablar en público son lo que más preocupa a los profesionales que participan en nuestros cursos. Todos quieren saber qué pueden hacer para controlarlos.

En el plano práctico, ensayar es la mejor vacuna contra los nervios y el miedo. Cuanto más practiques tu presentación (y eso no consiste en repasar tus diapositivas sentado frente a la pantalla del ordenador), más seguro te sentirás. ¿Simple? Sí. ¿Eficaz? Totalmente. ¿Fácil? Tanto como repetir tu presentación frente a una cámara de vídeo cuantas veces haga falta para sentirte satisfecho con el resultado.

En el plano psicológico, encontrar la seguridad y confianza que anhelas puede llevar más tiempo. Al fin y al cabo, estarás intentando modificar una conducta arraigada en ti, y ya sabes que sustituir un hábito por otro requiere paciencia y disciplina.

Comprender los siguientes principios y meditar sobre ellos te ayudará a progresar con paso firme y a superar las dificultades que encuentres.

LA AUTÉNTICA TRANQUILIDAD ES HIJA DE LA VERDAD, NO DEL CONTROL

Es imposible estar tranquilo cuando uno lucha por mantener el control. El control que requiere esfuerzo sólo es apariencia de control. No es un control verdadero y, por tanto, te provocará intranquilidad. Dentro de ti sabrás que en cualquier momento algo puede ocurrir que eche por tierra tu precaria sensación de seguridad. Reconoce la certeza de que el control con el que sueñas no es más que una ilusión y descubrirás la tranquilidad que ansías.

AL PRINCIPIO, HACER LO QUE DEBES PUEDE DARTE MIEDO, PERO PRONTO SENTIRÁS TRANQUILIDAD Y FACILIDAD

Tienes que hablar en público. Da igual si es ante una audiencia de cientos o ante tus compañeros de trabajo. Tu trabajo te lo exige y te consideras un profesional cumplidor. Aunque sientas miedo, da el primer paso; luego, el segundo; y, así, prosigue con tu presentación. Verás que, más pronto de lo que imaginas, los temores iniciales habrán desaparecido y te encontrarás hablando a tu audiencia. Ya está: ¡lo has conseguido! Presentar asiduamente te dará la confianza y la soltura que admiras en otros.

ENTENDER QUE LA MENTIRA Y LOS NERVIOS ESTÁN CONECTADOS TE DARÁ TRANQUILIDAD

Pocas cosas hay tan inquietantes como fingir delante de una audiencia que eres quien en realidad no eres. Todos nos sentimos expuestos ante la mirada de nuestros espectadores. Parece que sus ojos son capaces de penetrar nuestra fachada y ver todo lo que está ocurriendo en nuestro interior. No les mientas. No finjas. Sé tú mismo en ese momento. Nervioso y vulnerable, si hace falta, pero tú mismo. Encuentra tranquilidad en la certeza de que lo harás lo mejor que sepas y puedas en ese momento. Es lo único que realmente puedes (y debes) hacer.

AVANZA SIEMPRE TRANQUILO Y CON UNA SONRISA

Siempre. También cuando te equivoques. Muéstrate ligeramente divertido ante tus errores o cualquier ocurrencia inesperada. Acéptalos como sorpresas. No les concedas importancia. Tu objetivo es comunicar ideas y mensajes. No tienes que demostrar nada a nadie. Tampoco que eres un comunicador extraordinario. Quítate ese peso de encima y avanza con paso ligero.

DIÁLOGO ABIERTO

¿Tienes alguna máxima que te ayude a encontrar la calma durante una presentación?