Amplifica. Siempre que presentes delante de alguien, ya sea una sola persona o un auditorio de varios cientos, acuérdate de amplificar. Dicho con otras palabras: haz todo mucho más grande que cuando hablas normalmente.

QUE NO TE COMA EL ESCENARIO

Si hablas en público con un rostro inexpresivo, con una voz plana y de dicción descuidada, con gestos cortos y pequeños, con la espalda ligeramente encorvada, los hombros vencidos y la caja torácica encogida, no conseguirás sobresalir y tu mensaje a duras penas llegará más allá del cuello de tu camisa. Precisamente esto es lo que queremos expresar cuando decimos que a un orador se lo ha comido el escenario: ha sido incapaz de proyectar su presencia y su mensaje más allá del espacio que ocupan sus zapatos y el escenario se lo ha tragado. Cada vez que hables en público recuerda amplificar los siguientes elementos:

1Amplifica las inflexiones de tu voz para que el público oiga una gama variada de emociones

Cuando estés delante de un público juega con la voz. Haz que exprese sorpresa, dudas, confianza, confusión, alabanza… Guarda en un baúl con siete llaves la salmodia plana de todos los días y saca a pasear la voz expresiva y rica en matices que es capaz de cautivar a tus oyentes.

2Amplifica las expresiones de tu rostro para que puedan leerse en él tus palabras

Si la cara es el espejo del alma, la mayoría de nosotros debemos de tener almas muy aburridas, ¿no te parece? Ya es hora de que la frente, las cejas, los ojos, las mejillas, la nariz y los labios despierten del sueño profundo del desuso. Dar vida a tu rostro no significa poner caras; salvo que seas un actor, eso queda feo tanto en tus conversaciones diarias como en el escenario. Simplemente recuerda: cuando hables en público, quítate la careta blanca y pétrea e ilumina tu rostro.

3Amplifica el movimiento de tus brazos para llenar el espacio con tu presencia

Cada vez que te coloques delante de un público imagina que estás rodeado por una especie de burbuja de energía sutil e ínflala todo lo que puedas. Si estirases los brazos por completo no deberías poder tocar sus paredes con las puntas de los dedos. Dentro de tu burbuja, describe por el aire suaves curvas con los brazos y córtalo con rectas sólo cuando necesites imprimir fuerza o determinación a tus palabras. Ojalá llegue el día en que la burbuja que te rodee en escena sea tan grande que abarque hasta al último de tus espectadores.

4Amplifica la mímica de tus manos y hazlas hablar

Las manos son a los brazos lo que los ojos, las cejas y la boca son a tu rostro. Moldea el aire con tus manos para dar volumen a tus palabras. Dicho con menos cursilería: acuérdate de tus primos italianos y griegos y saca ese mediterráneo gesticulante que llevas dentro (con moderación, claro).

LLENA EL ESCENARIO

En definitiva, amplifica la potencia y la fuerza comunicadora de todo tu cuerpo para proyectar lejos de ti el mensaje que llevas dentro. Eso es precisamente lo que vemos y sentimos cuando presenciamos el trabajo de una estrella de teatro que llena todo el escenario ella sola y es capaz de alcanzar con su interpretación al espectador que está sentado en la última butaca del balcón más alto.

Recuerda: la magia eres tú. Amplíficala para que todos disfruten de ella.

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