Los directivos con los que trabajo individualmente haciendo Coaching de Comunicación me confiesan que uno de sus mayores miedos al aparecer en público es sobreactuar. Les aterra que piensen que son histriónicos. No quieren parecer “americanos”. Y claro, por no querer sobreactuar, se van al extremo contrario: infraactúan. Parecen palos de escoba sin expresividad ni vida.

TU CUERPO NO ES UN TRÍPODE PARA TU CABEZA: USA LAS MANOS PARA DIBUJAR TU PRESENTACIÓN

Tú eres el elemento visual número uno y no PowerPoint. Cuando tus gestos y expresiones faciales son genuinos, naturales y están sintonizados con tus palabras, amplifican tu mensaje y aumentan la conexión con la audiencia.

Evita todos los gestos que no añaden ningún tipo de contenido a tu presentación porque sólo confunden y distraen. Sustitúyelos por gestos que confieren vida y fuerza a tu intervención. Tampoco estés gesticulando todo el tiempo. Usa los gestos con deliberación y lentitud, en su justa medida.

CUANDO GESTICULAS CON SENTIDO CAUSAS UNA MEJOR IMPRESIÓN

Según un reciente estudio [1], los oradores son evaluados como más eficaces y competentes cuando usan sus manos al hablar que cuando las dejan quietas. Al igual que el tono, el ritmo y las pausas, las manos contribuyen a darle vida al discurso y que el mensaje le llegue con mayor energía a la audiencia. Los gestos incluso ayudan a la audiencia a entender mejor lo que dices. La clave reside en que tus gestos conecten con lo que dices. Si agitas las manos aleatoriamente delante de la cara sólo añadirás ruido a tu discurso.

EL DISCURSO ACOMPAÑA AL GESTO Y NO AL REVÉS

El gesto siempre sigue a la intención y antecede a la palabra. En las situaciones importantes de la vida, momentos cargados emocionalmente, el gesto siempre habla más alto que las palabras. Expresamos las emociones intensas primero y más poderosamente a través de gestos, aunque sólo sea un ceño fruncido o un puño apretado.

Hace unos días vi a un niño de cinco años enrabietado, con los brazos cruzados y un puchero dibujado en la cara. Le dijo al mundo:

“¡Mirad mis brazos qué enfadados están!”.

El poder, la autoridad y el dominio se expresan con gestos antes que con palabras. En las sesiones de coaching no trabajamos la coreografía de gestos para acompañar al texto. Porque tratar de memorizar los gestos te convierte en una marioneta. Te robotiza. Tu discurso no te brotará fresco, el gesto seguirá a la palabra en lugar de precederla, todos lo percibirán ensayado. Lo que trabajamos en el coaching es la emoción interior. Resulta paradójico: para controlar tus gestos no tienes que pensar en ellos, sino sentir la emoción que dirigirá tus manos.

No puedes controlar los gestos conscientemente. Sólo fluirán con naturalidad cuando liberes las emociones que sientes.

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DIÁLOGO ABIERTO

¿Qué haces con tus manos cuando apareces en público?

[Créditos: Manos, de Shutterstock.]

REFERENCIAS

Fridanna Maricchiolo , Augusto Gnisci , Marino Bonaiuto , Gianluca Ficca, “Effects of different types of hand gestures in persuasive speech on receivers’ evaluations”, Language and Cognitive Processes 24 (2) 2009.