Si jugamos con la etimología de la palabra presentación, resulta evidente que está emparentada con la palabra presente. Ahora bien, ¿qué es un presente? ¡Un regalo! A partir de ahora, deja de hacer presentaciones y comienza a hacer regalos. ¿De qué manera afectará este cambio de perspectiva a tus presentaciones?

Cambia tu marco y cambiará tu mundo

Según describe George Lakoff en su libro No pienses en un elefante:

«Los marcos son estructuras mentales que conforman nuestro modo de ver el mundo. Como consecuencia de ello, conforman las metas que nos proponemos, los planes que hacemos, nuestra manera de actuar y aquello que cuenta como el resultado bueno o malo de nuestras acciones.

(…) Todas las palabras se definen en relación a marcos conceptuales. Cuando se oye una palabra, se activa en el cerebro su marco (o su colección de marcos). Cambiar de marco es cambiar el modo que tiene la gente de ver el mundo. (…) Puesto que el lenguaje activa los marcos, los nuevos marcos requieren un nuevo lenguaje. Pensar de modo diferente requiere hablar de modo diferente.»

¿Qué imágenes se activan en tu mente cuando escuchas la palabra presentación? Cuando hago esta pregunta en mis cursos las respuestas más frecuentes son:

PowerPoint

Nervios

Rollo

¿Y a ti? ¿Cuál fue la primera que te vino a la cabeza? Si observas, la mayoría de palabras son negativas, lo que induce la creación de un marco mental negativo. Te animo a que cambies tu marco.

¿Qué te viene a la imaginación cuando oyes la palabra regalo? ¿Acuden imágenes de objetos envueltos en papeles de colores y grandes lazos? ¿Evoca regalo rostros sonrientes, alegría, emoción? Esa es la idea.

¿Qué necesitas para acertar con tu regalo a otra persona? Necesitas conocerla, saber cuáles son sus gustos, qué es lo que apreciará. En una presentación pasa exactamente igual.

Pasión y Valor son los dos únicos elementos que necesitas para el éxito de tus presentaciones

Considero que los dos ingredientes esenciales para que una presentación triunfe están enfocados en uno mismo y en la audiencia:

  • Pasión: Creo en lo que digo y hago.
  • Valor: Creo en que soy útil para mi audiencia.

1PASIÓN

Toda presentación empieza con la pasión. Sólo si sientes pasión por el tema de tu charla podrás contagiar entusiasmo a tu audiencia. Tu pasión no es un interés pasajero, ni siquiera un hobby. Tu pasión da sentido profundo a tu vida, resulta consustancial a tu identidad como ser humano. Tu pasión se lee en tus ojos. Cualquiera la percibe, incluso si te han grabado en vídeo.

Si no sientes pasión, serás técnica y formalmente correcto, pero te faltará la chispa, te faltará la energía. Tu probabilidad de mover a la audiencia a la acción aumenta cuando sientes una conexión apasionada y plena de sentido con el tema de tu presentación. Como afirma Carmine Gallo en su libro Talk Like Ted: The 9 Public-Speaking Secrets of the World’s Top Minds:

«El primer paso para inspirar a los demás con tu tema es que tú mismo te sientas inspirado por él».

2VALOR

A la audiencia le preocupa ella misma. Está ensimismada en su placer y en su dolor: en sus alegrías y sus frustraciones, en sus metas y barreras. Si siente que lo que le cuentas no le aporta valor, por mucha pasión que muestres, dejará de escucharte. Sólo si la audiencia percibe que tu presentación le ayuda a estar más cerca de sus objetivos o a superar los obstáculos que se le interponen, sentirá que la presentación ha sido útil.

Olvídate del lenguaje no verbal porque cuanto más pienses en él, peor lo harás

Si hablas desde el corazón, con tu foco puesto en aportarle valor a la audiencia, no necesitas preocuparte por tu lenguaje no verbal. Todo fluirá de manera natural y espontánea. Cuando estás hablando entre tus amigos, o con tu familia, o con tus compañeros de trabajo, en un ambiente relajado y distendido, tu voz y tu cuerpo funcionan a la perfección: cada gesto, cada palabra, cada mirada, cada postura, …, todo llega en el momento preciso y confiere la emoción adecuada.

Cuando te olvidas de ti mismo y centras toda tu atención en ayudar a la audiencia a aumentar su placer o a aliviar su dolor notarás cómo conectas mejor con ella y cómo tu miedo se esfuma. Cuando haces regalos que aciertan, no hay miedo, hay alegría.

Al terminar tu presentación, cuando hayas entregado tu regalo y la audiencia salga por la puerta, los participantes deberían decirse:

«¡Qué bien que he venido a esta presentación! ¡Cuánto me alegro! Ha sido una gran suerte. Gracias a lo que me han contado podré afrontar esta cuestión que me preocupaba.»

Cuando la gente sale con esa sensación por la puerta, no ha recibido una presentación. ¡Le has hecho un regalo!

[¿Quieres cambiar radicalmente tu manera de entender las presentaciones? Lee nuestro último libro: El Superhéroe de las Presentaciones.]

DIÁLOGO ABIERTO

¿Qué marco utilizas para pensar en presentaciones?

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