¿Realmente se puede aprender a hablar en público?

¿Esta habilidad no es algo con lo que nacen unas pocas personas?

No creo estar exagerando al afirmar que respondo a estas preguntas en cada uno de los cursos de comunicación que imparto.

La situación suele desarrollarse de la siguiente manera. Explico los fundamentos del método de El Arte de Presentar. Los participantes contemplan la desenvoltura y la confianza con que el formador explica la materia del curso. Todos se dan cuenta de que mejorar como presentador exigirá esfuerzo, dedicación y constancia. En algún momento, alguien termina dando voz a la pregunta que ocupa las mentes de todos: pero… ¿de verdad esto se puede aprender? Porque, los buenos comunicadores son personas que han nacido con ese don, ¿no?

No. O, más exactamente: no sólo.

Desde luego, los seres humanos somos diversos y nacemos con predisposiciones —dones, si se quiere emplear ese término— que, si se cultivan (y esta condición es fundamental), pueden ayudarnos a alcanzar la maestría en nuestra vocación o, al menos, a sobresalir en ella.

Por así decirlo, las personas que parecen estar dotadas de cierto talento para algo (hablar en público, por ejemplo) simplemente parten con ventaja frente al resto. Nada más. Y no es injusto. Si aprovechan esa ventaja y cultivan sus cualidades, podrán llegar a ser excelentes y hasta geniales. Pero nada impedirá a todos los demás alcanzar ese mismo nivel de maestría, aunque seguramente tengan que esforzarse más. Esa es la única diferencia, a mi juicio: el esfuerzo que unos tendrán que hacer para llegar al mismo o parecido lugar que los naturalmente aventajados.

Sin embargo, la buena noticia es que nadie está obligado a ser el mejor en nada; ni siquiera a aspirar a serlo. Todos podemos ser competentes. De hecho, a menudo basta con eso. Y conseguirlo está al alcance de cualquiera que posea el interés suficiente para aprender los rudimentos de una disciplina. Además, como han demostrado los especialistas, la curva del aprendizaje favorece al principiante: es mucho más fácil alcanzar un nivel medio de competencia que llegar a la maestría.

Por resumir: las claves para aprender a hablar en público son desearlo, esforzarse, y seguir un método eficaz. Con eso, todos pueden mejorar como comunicadores.

Y estas pautas también son válidas en otras disciplinas. Por ejemplo, el tenis de alta competición. ¿O acaso crees que un campeón como Rafa Nadal ha llegado a serlo porque nació con las cualidades necesarias? Su tío y entrenador, Toni Nadal, lo desmiente. La clave del éxito de Nadal nunca fue su talento innato. Mira el siguiente vídeo y descubre cómo el esfuerzo y el trabajo incansable pueden llevarnos a lo más alto. A ti, si aspiras a comunicar mejor, también.

 

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DIÁLOGO ABIERTO

¿Qué opinas? ¿El buen comunicador nace o se hace?