Cuando empiezas en un nuevo trabajo, te presentan a nuevas personas o entras en un nuevo grupo, ¿tratas de mostrarte abierto, amable y curioso; o buscas demostrar tu propio poder y conocimiento?

Según explica la doctora Amy Cuddy en su libro El poder de la presencia, cuando nos encontramos con una nueva persona, rápidamente respondemos a dos preguntas:

  • ¿Puedo fiarme de esta persona?
  • ¿Se merece mi respeto?

Es lo que en su trabajo de investigación describe como las dos dimensiones de la calidez y de la competencia, respectivamente. Lo normal es que esa nueva persona te parezca más cálida que competente o más competente que cálida, pero no las dos por igual. Se trata de un sesgo cognitivo. En dos palabras, encasillamos a los recién conocidos en dos categorías: idiotas adorables o competentes capullos.

En raras ocasiones, podemos ver a alguien como incompetente y frío, un idiota capullo, o como cálido y competente, una estrella adorable. Esta última situación es la ideal, claro. Qué mejor que recibir la confianza y el respeto de los demás para asegurar unas buenas relaciones y conseguir que las cosas se hagan.

PRIORIZAMOS LA CALIDEZ SOBRE LA COMPETENCIA

Ahora bien, según la Dra. Cuddy, no valoramos por igual ambos rasgos. Como escribe en El poder de la presencia:

«Primero juzgamos la calidez o confiabilidad, por considerarla la más importante de ambas dimensiones».

Este sesgo se ve confirmado por los trabajos de Oscar Ybarra y sus colegas: procesamos las palabras relacionadas con la calidez y la moralidad, tales como amistoso, honesto y similares, más rápidamente que las relacionadas con la competencia, tales como creativo, habilidoso y otras.

Este sesgo tiene sentido desde un punto de vista evolutivo: en un primer encuentro nos resultaba más importante saber si un desconocido era de fiar que si era competente. Por supuesto, claro que valoramos que una persona sea competente y capaz, pero solamente después de haber juzgado su confiabilidad. ¡Nada peor que toparte con alguien muy competente y poco de fiar!

TUS IDEAS, SIN CONFIANZA, NO VALDRÁN DE MUCHO

Si alguien a quien quieres influir no se fía de ti, no llegarás lejos. Afirma Cuddy en El poder de la presencia:

«Tus ideas pueden ser geniales, pero sin confianza, resultan impotentes».

Sólo después de haber establecido confianza resultará tu competencia una fortaleza en lugar de ser percibida como una amenaza.

LA TRAMPA PARA LOS RECIÉN LLEGADOS: «SOY MUY COMPETENTE»

Un error muy común cuando llegas a un grupo nuevo, por ejemplo, en un nuevo trabajo, en un nuevo equipo o en una nueva clase, es tratar de demostrar a todos que eres el más listo y el más competente del grupo. El riesgo es que se te perciba como frío y distante.

A veces, por querer parecer superproductivo y obtener resultados extraordinarios, rechazas participar en eventos sociales con jefes y compañeros: desde charlar junto a la máquina de café hasta ir a los after-work. Por no querer parecer débil e incompetente, no pides ayuda ni feedback, con lo que evitas nuevas oportunidades de interacción, de mostrar respeto y de formar parte del grupo. Al final, no te renuevan el contrato, o no te cogen, o no te promocionan, porque en realidad nadie te conoce, no pareces llevarte bien con los demás. Nadie duda de tu competencia. Lo que está en entredicho son tus relaciones de confianza.

Así que, cuando empieces una nueva relación, no trates de ser el más listo; simplemente, sé majo.

DIÁLOGO ABIERTO

¿Qué crees que valoras más en una persona? ¿Su calidez o su competencia?