Reconozco que no tengo la respuesta a la pregunta con que titulo este artículo y que lo escribo con la esperanza de escuchar vuestras opiniones al respecto. A menudo se me acercan alumnos de los cursos que impartimos en el Arte de Presentar para comentarme algo del tipo:
“Todo lo que nos enseñas es muy interesante y se ve que funciona si lo aplicas, pero es el estilo americano de presentar que se lleva ahora, como las charlas TED ¿no?”
Y yo aprovecho para preguntaros: ¿pensáis que existe un estilo americano de presentar? (por “americano” entiéndase “estadounidense”, claro).
Y si es así, ¿significa eso que hay tantos estilos como culturas: el español, el alemán, el marroquí, etc.?
Y en el caso de que existiera ese estilo de presentar propiamente español, ¿cuáles son sus características?
Y la pregunta no es retórica. Realmente ignoro la respuesta. En cualquier caso, y por empezar a centrar el debate, voy a enumerar las que a mi juicio pueden ser las características principales de esas presentaciones de “estilo americano” que parecen estar tan de moda.
1Discurso estructurado
Por lo general se trata de presentaciones muy bien organizadas, con un comienzo donde se plantea la tesis del orador, un desarrollo durante el que se presentan argumentos, y un final en que se invita al público a cambiar en la dirección planteada.
2Ágiles y directas
El orador no se anda por las ramas, sino que va directo al grano porque su tiempo está tasado y cada minuto cuenta.
3Se cuentan historias
Es común que el orador comparta con el público vivencias propias o de otras personas para ilustrar y reforzar sus argumentos. Aquí también entran las anécdotas y los chistes.
4Uso de accesorios
Parece que todo tiene cabida en el escenario: un cerebro humano, una maleta llena de libros, una carretilla con kilos de azúcar y hasta un frasco con mosquitos portadores del virus de la malaria. El orador se da cuenta de que una imagen a menudo vale más que mil palabras y trae consigo objetos cuidadosamente seleccionados que le permitan crear impresiones indelebles en la mente de los espectadores.
5Multimedia de factura profesional
Las palabras del orador suelen complementarse con fotografías y vídeos de gran calidad, siempre proyectados e insertos en la presentación de forma impecable.
6Participación del público
Se invita a los espectadores a intervenir lanzándoles preguntas, pidiéndoles que hagan ejercicios, que imaginen, que se muevan, que canten.
¿Son estos los rasgos del estilo americano de presentar? No lo creo porque dudo que exista tal cosa, pero sí es cierto que un canal muy popular en Internet llamado TED difunde vídeos de presentaciones que tienen estas características. Y el hecho de que TED naciera en Estados Unidos me parece secundario; opino que habría dado igual que lo hubiese hecho en el Reino Unido, por ejemplo.
Los vídeos de TED los ven y los recomiendan a sus amigos millones de personas por todo el mundo porque son instructivos, porque son interesantes, porque son amenos, porque son sorprendentes, porque son inspiradores, porque mueven a pensar.
En definitiva: porque son buenas presentaciones. Y ahí siempre nos encontrarás a nosotros, enseñándote a crearlas.
DIÁLOGO ABIERTO
¿Crees que existe un estilo “americano” de presentar?
[Créditos: Uncle-Sam, creado por Luis Prado.]
El estilo de presentación estadounidense americano del norte, como casi todo lo estadounidense norteamericano, a pesar de contar con muy buen branding (the american way) es fruto de una destilación muy refinada de estilos procedentes de todas partes del planeta. Si hay algo que es típicamente estadounidense norteamericano es precisamente eso: la ausencia de xenofobia en la búsqueda del talento y de aquello que realmente funciona. Lamentablemente, en otras culturas menos acrisoladas, como es el caso de los pueblos europeos, tendemos a «inhibirnos» de todo aquello que rezuma un tufillo extranjero, alienado, impropio de la tierra…
De hecho, oradores españoles, franceses, germanos, italianos…, que emplean en sus presentaciones un estilo más TED ejercen sobre sus audiencias una suerte de esquizofrenia. Mientras que, por un lado, sus públicos no pueden (porque no pueden) dejar de reconocer que el mensaje les ha cautivado, entretenido e incluso movido a la acción, se ven impelidos de una forma casi irracional, por otra parte, a desconfiar de la fuente por haber ésta modulado su discurso empleando recursos y métodos tradicionalmente ausentes del estilo austero, soso, aburrido y de mero trámite taaaan nuestro.
Porque no lo olvidemos, exceptuando la patente de corso de que disfrutan los humoristas (únicos a los que se permite «tocar» temas serios o candentes, siempre y cuando, escudados tras las sonrisas o las carcajadas, no nos obliguen a recapacitar demasiado ni nos pidan participar en un debate): o aburres o vendes. Y vender es un verbo que continúa teniendo connotaciones taaaan negativas (vender, camelar, manipular, encandilar, persuadir…) que incomprensiblemente pareciera como las audiencias prefiriesen morir de tedio a disfrutar TEDianamente.
Afortunadamente, gracias a las redes sociales, determinados formatos que otrora fueron de uso exclusivo en púlpitos y hemiciclos, poco a poco se van democratizando, calando y permeando en usos y costumbres. Tanto es así que personalmente y en función a los públicos españoles a los que me vaya a dirigir, procuro modular el mensaje teniendo en cuenta las franjas etarias:
– Mayores de 45/50, a los que aún les obligaban a ir a misa los domingos, los pobres están demasiado habituados al formato curil como para tratar de cambiarles a estas alturas los esquemas mentales. Ojo: cura y pastor no son lo mismo. El formato reverendo presbiteriano está en el origen de lo que hoy conocemos como el «american way»…
– Entre 30 y 45: los que pertenecimos a las sucesivas generaciones X, Y y Z, estamos hechos un poco a todo. Soportamos una «chapa» dominical igual que sabemos disfrutar de un buen formato TED. Pero seguimos padeciendo de la esquizofrenia anteriormente mencionada, por lo que no conviene «columpiarse» demasiado hacia el formato evangelista.
– Los millenials: a los nativos digitales sencillamente o les cautivas en los primeros 10 segundos de tu «charla», o se ponen a twittear… Y no precisamente de lo que están escuchando… Demandan sobreestimulación, participación, multitextualidad, acción, dirección y, sobre todo, precisión y concisión. Un formato como el descrito en el artículo de Luis Alberto sería ideal para este tipo de públicos.
Dicho esto, espero no haberos aburrido con mis observaciones.
Recibid un cordial saludo y mi más sincera enhorabuena por la labor que lleváis a cabo y por contar con Mónica Galán en vuestro equipo. Ella sí que es una crack!
Gracias por tus observaciones, Rubén, en absoluto aburridas y sí muy perspicaces. Me gusta que hayas aludido a la larga tradición de oradores en ese que llamas «formato reverendo presbiteriano». De hecho, yo también creo que ahí está, como señalas, la raíz del estilo de presentación estadounidense. Y basta con ver a estrellas de la telepredicación como Joel Osteen para darse cuenta de que si esos mayores de 45/50 que eran obligados a ir misa hubiesen escuchado regularmente a pastores de su clase otro gallo nos cantaría.
Muy cierto el comentario de Leandro. Creo que nuestro aprendizaje cultural nos prepara para ser mas sensibles a un tipo de estímulos que a otros, la interpretación emocional que podemos hacer de lo que se nos muestra es diferente según las culturas. Ahora bien, hay unos conceptos básicos independientes de las culturas y relacionados con la capacidad cognitiva de todo ser humano. Probablemente el éxito esté en ser capaz de aunar las dos cosas: mantener la cercanía cultural con la audiencia sin comprometer los aspectos básicos de una comunicación eficaz.
Ahora bien, el «estilo español» ¿es el malo (presentación seria-solemne-tostón infumable) o es lo que debería contener una presentación en España para llegar a la audiencia? En el último caso no lo se, pero me da la impresión de que se aproxima bastante a una presentación «americana» centrada en nuestra audiencia española.
Carlos, me gusta mucho que aludas a la necesidad de adaptar la presentación a la audiencia. A priori, culturas distintas producirían audiencias con expectativas diferentes que esperarían presentaciones adecuadas para ellas. El mundo global y permeable en que vivimos quizá esté uniformando todo eso hasta el punto de que pueda estar emergiendo un estilo igualmente global adecuado para una audiencia internacional mixta.
Creo que es muy acertado el comentario de Leandro. Lo que Luis Alberto llama características, son más bien principios que toda presentación debe respetar si se espera que sea memorable. Cada uno, con sus palabras y bagaje cultura expondrá sus ideas alimentándose de ese trasfondo, con ese acento, con esos movimiento peculiares que compartimos con aquellos con los que convivimos, pero los principios para hacer una presentación excelente no le pertenecen a ninguna cultura en particular.
Entonces, Gerson, en la medida en que las presentaciones fueran conformándose a esos principios generales se irían pareciendo más unas a otras, ¿no? Y de ahí que poco a poco fuera emergiendo un estilo común…
Si. Existe un estilo cultural.
Tenemos un estilo como seres sociales. Nuestra manera de hablar expresa nuestra forma de entender el mundo. Y entendemos el mundo acorde a nuestro repertorio lingüístico (pensamos en palabras) y cultural.
Desde esta premisa, existe un estilo hispano, un estilo español y otro argentino. Un estilo anglosajon, uno norteamericano y otro inglés. Siempre desde la base que el «Hombre» es un ser visual, emotivo y demandante de placer por lo que toda presentación debería respetar esos principios.
Hola, Leandro. Estoy de acuerdo contigo en que las palabras que utiliza cada grupo de hablantes para nombrar y explicar el mundo (su realidad) son distintas. Ejemplos típicos son las numerosas palabras para el color blanco que usan los esquimales o las múltiples formas de verde que se identifican en la selva, según dicen. A mi juicio, sin embargo, el origen de las diferencias en los estilos de presentación radicaría más bien en los aspectos culturales, a saber: qué es apropiado o no hacer en público, qué prácticas de cortesía son obligadas y cuáles opcionales, cuál es la forma tradicional y socialmente aceptada de una conferencia o una presentación, etc. Por ejemplo, me parece que las presentaciones de un conferenciante argentino y otro español se parecerían mucho más (aunque cada uno hablase español de forma distinta) que las de un chino y un español.