«¿Se me oye bien sin el micrófono?».
Que tire la primera piedra aquel que no haya preguntado esto alguna vez. Yo lo he hecho en varias ocasiones y me arrepiento, así que entono públicamente el mea culpa y aprovecho esta entrada del blog para explicar por qué todos los que hablamos en público debemos utilizar un micrófono siempre que sea posible.

¿Por qué debes usar siempre un micrófono?
Sin ánimo de ser exhaustivo, se me ocurren tres razones (y no muchas más, la verdad):

  1. porque todos te oirán mejor
  2. porque no te dañarás la garganta
  3. por cortesía

Dado que las dos primeras me parecen bastante evidentes, quiero detenerme un poco más en la tercera.
Cuando preguntamos a nuestra audiencia «¿Se me oye bien sin el micrófono?» solemos dar el asunto por zanjado una vez que tres o cuatro personas, casi siempre de las primeras filas, nos han respondido afirmativamente. Pero, ¿qué ocurre con aquellas que no han respondido? ¿Acaso debemos apelar al popular dicho «quien calla, otorga»? ¿Realmente esperas que te respondan todas? Son preguntas retóricas, por supuesto.

Es muy posible que alguien sentado al fondo de la sala no alcance a oírte y no te conteste por no llevar la contraria a quienes afirman oírte sin dificultad; pero, sobre todo, por no llevártela a ti, que tan dispuesto pareces a desprenderte del micrófono a la menor oportunidad.
¿Y no te has parado a pensar que entre el público pueda haber alguien un poco duro de oído que prefiera guardar silencio antes que pedir en público que atiendas a su necesidad particular?

Los inconvenientes de usar un micrófono
Usar un micrófono plantea inconvenientes, es verdad. El primero, que puede apagarse porque las pilas o la batería que emplea no tengan carga suficiente. Si el micrófono te pertenece, es tu responsabilidad vigilar este aspecto; si te lo facilita el organizador del acto, bastará con que lo comprobéis con antelación suficiente.

A mi juicio, los principales inconvenientes tienen que ver con el modelo que emplees. Si el micrófono es de mano, tendrás que sujetarlo en todo momento cerca de la boca y sólo te quedará libre una mano para acompañar tus palabras. Si se trata de un micrófono de “casco” o “diadema”, puede que te apriete un poco la cabeza o que te incomode su contacto con la mejilla. Si, en cambio, el micrófono es de los que se prende a la solapa de la chaqueta o a la camisa, no se me ocurre una razón por la que negarse a utilizarlo.

Otra razón por la que debes usar un micrófono
El micrófono no sólo es necesario cuando hablas. También lo es cuando habla otra persona. Si algún miembro del público quiere formular una pregunta, hará falta que toda la audiencia la escuche. Por supuesto, puedes repetirla tú, pero me parece mejor avisar de esta eventualidad a los organizadores del acto donde vayas a hablar para que prevean la participación de algún ayudante que acerque un micrófono a los espectadores.

Por último, si otro de los ponentes invitados al acto hace un comentario pertinente que sólo tú has oído porque se encuentra a tu lado en la mesa principal o porque se sienta en la primera fila cerca de donde estás hablando, harás bien en reproducirlo al micrófono, en entregárselo para que lo repita, o en pedir a un asistente que le entregue uno.

¿Ha quedado suficientemente claro que no veo razón por la que negarnos a usar micrófono al hablar en público? Aún guardo un doloroso recuerdo de la última vez que pregunté «¿Se me oye bien sin el micrófono?». Lo pagué con una afonía que me duró una semana.

DIÁLOGO ABIERTO

¿Utilizas un micrófono para hablar en público o prefieres no hacerlo si lo puedes evitar?