¿Diez? ¿Veinte? ¿Cien?

¿Cuál es el número ideal de diapositivas para una presentación?

Es una pregunta que siempre me plantean las personas que participan en nuestros cursos de comunicación.

Una respuesta rápida puede ser esta: el número ideal es siempre menos de las que tienes.

Recuerda: a la hora de comunicar, menos es más.
La experiencia me ha demostrado que tenemos tendencia a crear presentaciones de diapositivas demasiado extensas. Dado que nos suele costar distinguir entre contenidos fundamentales y accesorios, tendemos a incluir en nuestras presentaciones todo lo que podemos decir acerca de un asunto. Así, creamos diapositivas densas, repletas de listas, de párrafos, de tablas y de gráficos, que dan lugar a presentaciones demasiado largas; o, al menos, a presentaciones que podrían ser bastante más breves.

Baltasar Gracián señaló aquello de que «lo bueno, si breve, dos veces bueno». La brevedad y la concisión son cualidades a las que debemos aspirar si nuestro objetivo es mejorar como comunicadores.

Para ser concisos, desarrollemos en primer lugar el hábito de incluir preferentemente (y en muchos casos me arriesgaría a recomendar que fuese exclusivamente) en nuestras presentaciones los contenidos fundamentales expresados en forma de palabras clave o epígrafes breves. Eso reducirá la densidad de nuestras diapositivas y aumentará su fluencia cognitiva.

Paralelamente, seamos respetuosos con el tiempo de nuestra audiencia y aprendamos que todos los públicos, ya sea en un auditorio o en una sala de reuniones, agradecerán que terminemos pronto y se incomodarán si nos extendemos en exceso. Por eso, acostumbrémonos a crear presentaciones con el menor número de diapositivas necesario.

Como te puedes imaginar, para lograr ambas cosas es imprescindible planificar la presentación antes siquiera de empezar a crear la primera diapositiva. Nunca insistiremos lo suficiente sobre ello: todo aquel que comunica bien en público ha pensado bien en privado antes.

¿La excepción que confirma la regla?
Quiero terminar esta entrada planteando una excepción a todo lo que he explicado hasta ahora: el número de diapositivas de que conste tu presentación es irrelevante siempre que se trate de diapositivas ligeras y rápidas que puedas abarcar cómodamente en el tiempo que tienes asignado para hablar. Nada mejor que una anécdota real para ilustrar esta idea.

Hace un tiempo una empresa me contrató para impartir una conferencia. La clienta me pidió que le enviase con antelación las diapositivas. Así lo hice. A las pocas horas me llamó preocupada: «¿Estás seguro de que te va a dar tiempo a presentar tantas? ¿No te parecen demasiadas?». La presentación constaba de unas 140 diapositivas, y yo había previsto abarcarlas a lo largo de 45 minutos. Le pedí que no se preocupase. Impartí la conferencia y las mostré todas, de la primera a la última, tranquilamente y sin prisas. Una vez hube terminado, la clienta se acercó a mí para expresar su sorpresa: «Tenías razón. Las has mostrado todas, ¡y sin apresurarte!».

Recuerda: lo bueno, si breve, dos veces bueno.

DIÁLOGO ABIERTO

¿Tienes la costumbre de repasar tus diapositivas para que sean lo más concisas y ligeras posibles? ¿Cómo lo haces?