Vivimos inundados por información, rodeados por una especie de bombardeo de estímulos que compiten por nuestra atención. Esto no cambia cuando tu audiencia se sienta frente a ti con el propósito de escucharte. Asúmelo y prepárate para ello. Tu mensaje debe escucharse por encima de las decenas de distracciones que representan las notificaciones que llegan continuamente a los teléfonos, los ordenadores portátiles, el correo electrónico, etc. Ten en cuenta las siguientes recomendaciones para que tus palabras superen estos obstáculos y lleguen al corazón de tus oyentes.

1. ESCRIBE Y PREPARA TUS MENSAJES

Redáctalos exactamente, tal y como quieres que se escuchen. Palabra por palabra. Repítelos en voz alta y memorízalos. No te confíes. No vale improvisarlos. Si pronuncias tu mensaje con otras palabras, «más o menos» como lo habías pensado, perderá efecto. Recuerda, además, que el lenguaje nunca es neutral y que las palabras que escojas activarán los marcos mentales correspondientes en el cerebro del oyente. Procura que sólo se activen marcos de efecto positivo.

Escribe una lista de mensajes que expresen la misma idea con distintas palabras. Repásalos y ordénalos de mejor a peor; las redacciones que más te gusten, en la cabeza de la lista; las que menos, al final. Conserva los dos primeros y descarta los demás.

2. ADJETIVA CON DISTINCIÓN

Elije los adjetivos adecuados. No dudes en recurrir al diccionario de sinónimos. Evita adjetivos manoseados como bueno, importante, grande, espectacular, malo, etc. Usa adjetivos distinguidos, que enriquezcan tu mensaje: extraordinario, fabuloso, formidable, creciente, pobre, insuficiente, estimulante, sugerente, etc.

3. HABLA CON ENERGÍA

¡Enciende tu lenguaje! ¡Acciona el interruptor de la máxima potencia! El discurso más rico y sugerente sobre el papel resultará plano e insulso si no lo expresas con energía. Nota que poner energía no significa hablar más alto. De hecho, el efecto de un susurro puede ser mayor que el de un grito.

4. TRANSMITE EMOCIÓN

Si quieres que tu audiencia asocie una emoción determinada a tu discurso, habla con ella, haz que impregne cada frase, cada palabra. Así se grabará en su memoria. Juega con la gama de intensidad que puedes imprimir al volumen de tu voz. Sube y baja. Acaricia suavemente algunas palabras y dispara otras con toda la fuerza de la que seas capaz.

5. COMUNICA CON TODO TU CUERPO

Usa tu lenguaje corporal para reforzar el impacto de tus palabras. Antes de tu presentación, dedica unos minutos en privado a adoptar poses de poder como recomienda Amy Cuddy en su célebre charla TED. Trabaja con tu cuerpo, desde fuera hacia dentro, para activarte e irradiar esa confianza, esa seguridad que quieres transmitir desde el primer segundo en que te encuentres ante de tu audiencia. Mientras hablas, adopta posturas de poder que potencien tu mensaje. Extiende o eleva los brazos. Cierra la mano en puño. Levanta el dedo índice. Inclínate hacia delante. La gama de gestos y posturas es casi infinita. Juega. Experimenta. Pero, sobre todo, siente que es cierto que con tu cuerpo puedes aumentar el impacto de tus palabras o enriquecer los matices de tu discurso.

Y acuérdate de sonreír; es más: acostúmbrate a hablar sonriendo. A todos nos gusta ver una sonrisa en el rostro de otra persona. Resultarás más atractivo y, sobre todo, más persuasivo.

DIÁLOGO ABIERTO

¿Qué fórmula empleas para lograr que tus mensajes impacten y sean memorables?