Así de claro, sin pelos en la lengua, lo proclama Rick Altman en su libro titulado provocativamente «Why Most PowerPoint Presentations Suck» (Por qué la mayoría de las presentaciones en PowerPoint apestan):
«Cuando lees tus transparencias palabra por palabra, pareces idiota.»
Y no sólo pareces idiota, sino que además insultas a la audiencia. Leer las transparencias delante del público durante una conferencia constituye posiblemente el comportamiento más irritante que un conferenciante puede exhibir. ¿Qué necesidad tiene el respetable de que le lean las transparencias? ¿Acaso se duda de su capacidad de lectura? ¿O es que la letra es tan pequeña que no se lee más allá de la quinta fila?
¿De qué sirve el conferenciante si se limita a leer las transparencias?
Todos sabemos leer. Nos dan ganas de gritarle al conferenciante: «Repártanos las transparencias que ya nos las leeremos en casa». Cuando asistimos a una conferencia, deseamos encontrar a una persona viva, que con entusiasmo y convencimiento nos transmite un mensaje que nos pueda interesar. No un autómata que se limita a leer transparencias.
Recuerda en tu próxima presentación que si lees tus transparencias sin añadir nada a su contenido:
- Transmites inseguridad: ¿Tan mal te sabes el contenido de la charla que necesitas leerlo? ¿Tan superficial es tu conocimiento de la materia que no te puedes desviar ni un ápice de la letra escrita?
- Estás desconectado de la audiencia: Mientras tú lees, ellos leen más rápido que tú y acaban antes la transparencia. El resto del rato se quedan ociosos, enfrascados en su portátil, PDA o libro. En ningún caso prestándote atención. ¿Para qué?
- Aburres mortalmente: Por muy interesante que sea un tema, nadie, ni el público más entregado, es capaz de soportar a un ponente que lee palabra por palabra todas y cada una de las transparencias de la presentación. Es mucho peor que las torturas que el Súper preparaba para Mortadelo y Filemón atándolos a una silla para escuchar las obras completas de Manolo Escobar.
- Haces perder el tiempo (y el dinero) al público: En vez de estar allí, podrían estar en otro sitio y leerse las transparencias cuando mejor les convenga. Se preguntarán: ¿qué hago yo aquí?
- Irritas: Cuando la audiencia tiene la sensación de que le estás haciendo perder su tiempo y su dinero, necesariamente la irritas. Fuera cual fuese el propósito de tu charla, no te extrañe si no lo ves cumplido.
¿Por qué se leen las transparencias?
¡Porque están llenas de texto! Si no quieres caer en la tentación de leerlas, no escribas tanto en primer lugar. Por muy inteligente que uno sea y por muy bien que conozca su materia, resulta prácticamente imposible sustraerse a la tentación de leer transparencias cuando rebosan texto. Pon tan poco texto como te sea posible en cada transparencia, no más de una frase y, a poder ser, muy corta. Si escribes más, ya no estaremos ante una presentación, sino ante un documento proyectado en la pantalla. Y entonces, ¿para qué estás tú?
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¿Has estado alguna vez en una presentación en la que el ponente leía las transparencias? ¿Cómo te sentiste? ¿Las lees tú? ¿Por qué? Comparte tus experiencias con el resto de lectores.
Cuando en mi época de estudiante diseñaba las presentaciones de las clases que me tocaba dar, mis maestros siempre me las modificaban porque decían que estaban demasiado sencillas. Cuando a la hora de la presentación utilizaba mi diseño original, tenía a todos con la atención que ni al maestro le ponían, ya que como sólo plasmaba las ideas, y de mi clase dependía el exámen, estaban esperando a que realmente les explicara el tema. Al final me invitaron a ser expositor en varias conferencias de mi universidad
Hay algo aún peor: que cuando preguntes algo que no te ha quedado claro la respuesta sea «aquí pone…» y te lo vuelvan a leer. Eso me hizo en una ocasión un profesor de física de la universidad que se limitaba a leer el libro del catedrático que todos teniamos… Logicamente fue el último día que fuí a esa clase y me dediqué a leer el libro en mi casa.
En algunas presentaciones me ha gustado el uso de las transparencias como síntesis de lo dicho por el orador. Tras exponer una idea, se proyectaba una dispositiva con un resumen de una sola frase, lo cual permitía apuntarlo sin necesidad de estar pendiente de intentar «pillar» todo lo que dice el conferenciante de forma precipitada. En este caso las transparencias van después de la exposición verbal, siviendo de apoyo a esta. Cuando sucede al revés, es decir, cuando lo proyectado va antes que la exposición, parece que es el orador el que «sirve» de apoyo a las imágenes.
… y aún hay algo peor, como me ocurrió en una ocasión; que las transparencias sean todo y absolutamente texto, y que el conferenciante lea todo, tan rápido, que termina leyendo mal, inventandose palabras que cambian el significado de lo que dice la frase. La conferencia era sobre contabilidad, así que cualquiera se puede hacer a la idea del lío que montó, y del cabreo que teníamos todos con el «susodicho». Hubiera sido mejor que nos diera cuatro pinceladas concretas y claras, que no todo aquel caos de letras que aparecían y desaparecían a la velocidad del sonido….
Siempre será mejor centrarse en poco, pero bien expuesto, que no por querer abarcar todo crear una auténtica «borrasca» en la audiencia que cuando terminará «mojándole» tan pronto salga de la sala.