“Yo no necesito ensayar”. Lo he oído repetir mil y una veces. Y así salen las charlas, claro. Si nunca ensayas, una de las primeras consecuencias nefastas suele ser exceder el tiempo asignado. Otra suele ser embrollarte y andarte con ambages sin llegar al grano, olvidando detalles relevantes y proporcionando otros muchos irrelevantes. Y si además no dominas la materia, la inseguridad y las lagunas hacen su aparición, seguidas en estrecha formación de los nervios capitaneados por el miedo.
A pesar de los innegables beneficios del ensayo, la triste realidad es que casi nadie ensaya. ¿Por qué no? Analicemos algunas de las excusas más habituales recopiladas por Javier Reyero en su libro “Hablar para conVencer”.
1. No tengo tiempo para ensayar
¿Recordáis la historia de aquel leñador que se afanaba trabajosamente en cortar madera con un hacha con el filo embotado porque, según él, no tenía tiempo para detenerse a afilarla? Afirma Reyero:
“El tiempo que se emplea en el ensayo no es un gasto, es una inversión.”
La excelencia sólo se consigue con la práctica. Los grandes profesionales de todos los ámbitos de la vida, artistas, deportistas, informáticos, etc., han “metido” muchas horas. Según algunos estudios, nada menos que 10.000 horas para llegar a ser cada uno un maestro de su arte. Ensayar “afila” tus destrezas.
2. Si ensayo descubro que no me lo sé
Efectivamente. Una gran verdad. Y digo yo: ¿no será mejor descubrirlo en solitario en tu casa o delante de un par de compañeros que no delante de docenas o cientos de personas durante la presentación? Si descubres durante los ensayos lagunas en tus conocimientos, fallos en tus razonamientos o inconsistencias en el hilo de tu argumentación, aún estás a tiempo de subsanarlos. Delante del público es ya demasiado tarde. Mejor remendar el descosido en casa que salir al escenario con el culo al aire.
3. Cuando ensayo me pongo nervioso
Claro, porque descubrimos errores, nos damos cuenta de que la presentación no sale tan bien como nos gustaría. Pero precisamente gracias al ensayo podemos trabajar para corregir esos errores. Con cada nuevo ensayo comprobaremos cómo ganamos confianza. Al sentirnos más seguros de nosotros mismos y de nuestro discurso, entonces nuestro nivel de ansiedad disminuirá de forma natural. El mero hecho de haber ensayado y haber comprobado que te lo sabes y lo haces bien te permitirá controlar el miedo llegada la hora de la verdad.
4. Prefiero improvisar y dejarme llevar
“Soy demasiado bueno como para ensayar”. Sí, estamos de acuerdo en que existen personas con un gran talento para la oratoria. Pero no olvidemos que cualquier destreza mejora si se la entrena. Por muy bien que creas que lo haces, si te analizas durante un ensayo descubrirás puntos de mejora. Y cuando llegue el momento de la presentación, lo harás aún mejor.
¿Ganará nuestra presentación si la ensayamos antes?
La respuesta es un rotundo sí. El ensayo es lo único que te conducirá de ser un buen presentador a ser un presentador extraordinario. ¡No tienes excusa para no ensayar!
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Este es un excelente artículo que desnuda la irresponsabilidad que significa no preparar una presentación. No preparar es ensayar para el error y el descalabro.
Muchos éxitos!
Mi excusa:
Cuando ensayo mucho, pierdo tensión a la hora de la verdad y ya no me emociono contando lo que tengo que contar, pierdo chispa…ensayo, pero poco… no sé si eso vale como excusa.
Gracias por tu comentario, Esther. Ensayar poco no es lo mismo que no ensayar. Si nos fijamos en los actores del Club de la Comedia, los actores de teatro o los actores de cine, todos ellos ensayan, unos más y otros menos, pero ensayan. Tampoco ensayan tanto que al final sus movimientos y palabras parezcan mecánicos. Entre no ensayar nada y repetir mil veces el mismo ensayo, entre el blanco y el negro, existe una ancha franja gris. Debemos encontrar el punto de equilibrio. Para muchos, puede bastar con uno o dos ensayos. Otros necesitarán media docena. Cada uno debemos encontrar nuestro punto óptimo para ir con seguridad, controlando el tiempo y los contenidos, pero, como dices, sin perder la chispa.
En mi caso no ensayo porque no tengo tiempo. Bastante tengo con preparar la presentación en fecha, como para ponerme a ensayarlas. No es que no me gustaría, pero lo veo difícil.
Creo que tu comentario indica una falsa concepción de lo que es preparar una presentación. Parece que preparar la presentación es tener listo el ppt. Si lees este blog regularmente te darás cuenta de que esto no es así. Cuando planees una presentación incluye el ensayo como una parte de la preparación de la presentación. Decir que no tengo tiempo es lo mismo que decir ‘no le dedico tiempo porque no lo considero importante’. Una presentación en público no es el ppt, es tu ‘actuación’ y confundir la misma con tener un ppt a tiempo es un grave error.
Muchas gracias, Igor, yo no lo habría expresado mejor.
Gracias por vuestros comentarios. Poco más tengo que añadir. A diferencia de lo que creen algunos «profesionales», ensayar no es cosa de novatos, al contrario. Es un elemento clave para mejorar. Y siempre hay espacio para la mejora por muy buenos que seamos (o nos creamos que somos).
Que buen artículo. Tan sencillo como real.
Hay algunos personas que creen que no requieren prepararse, ensayar, corregir, mejorar…
Solo la práctica consciente, es decir, ensayar con la intención de mejorar y hacer las cosas de manera excelente, nos puede acercar a la garantía del éxito.
Tras 15 años de experiencia como conferencista profesional, aún preparo cada presentación como si fuera la primera vez…
Muchos éxitos!
Totalmente de acuerdo en el último párrafo. No hay excusa para no ensayar. Y ensayar, como ya ha dicho Gonzalo en otras ocasiones, no es repasar mentalmente según se pasan las diapos. Yo ensayo todas mis presentaciones varias veces si es la primera vez que la doy y al menos una vez si he dado la presentación en otra ocasión. Ensya, ensaya y ensaya. Ensaya y triunfarás.