El verano es un tiempo más relajado, donde no vamos (tan) atacados. Son días supuestamente más calmados que pueden invitar al descanso y, por qué no, a la reflexión. Te invito a observar, investigar y aprender sobre tu relación con los impulsos.

¿CONTROLAN LAS EMOCIONES NUESTRO COMPORTAMIENTO?

Uno de los mejores libros que he leído en los últimos años ha sido La trampa de la felicidad: Deja de sufrir, comienza a vivir. Hoy quiero resaltar un concepto tratado por su autor, Russ Harris: los impulsos.

Según Harris, las emociones nos influyen para que actuemos de una u otra forma. Por ejemplo, si sientes miedo al hablar en público, sueles tocarte la cara o el cuerpo. Esta probabilidad de que actúes de una manera particular al experimentar una emoción particular se conoce como «tendencia a la acción». Y aquí la palabra clave es «tendencia». Una tendencia es una «inclinación» para hacer algo, lo cual no significa que «tengas que» hacerlo. No estás forzado a actuar así, sino que «tiendes» a actuar así.

Harris pone el ejemplo de que cuando llegas tarde a una cita, la ansiedad puede hacerte ceder a la «tendencia» de conducir sin respetar los límites de velocidad ni los semáforos, pero sigues conservando la capacidad de «elegir» conducir dentro de la legalidad.

Cuando sientes ansiedad al hablar en público, experimentas la tendencia de juguetear con las manos, respirar rápida y superficialmente o hablar a toda pastilla. Pero no tienes por qué hacer todas estas cosas. Puedes «elegir» hablar calmadamente, respirar lenta y profundamente y separar las manos del cuerpo. Es decir, puedes «sentir» ansiedad, pero «actuar» con calma.

Por lo tanto, respondiendo a la pregunta de si las emociones controlan nuestros comportamientos, pues va a ser que no.

APRENDE A RECONOCER TUS IMPULSOS SIN TRATAR DE LUCHAR CONTRA ELLOS

De manera muy resumida, Russ Harris nos explica que las emociones se generan de la siguiente manera:

  1. Un evento interior o exterior dispara una emoción.
  2. La mente evalúa este evento, clasificándolo como beneficioso o dañino. El cuerpo se prepara para la acción, creando algún impulso que te invita a la acción.
  3. La mente etiqueta con palabras y juicios las sensaciones corporales. Se produce la interpretación de los hechos. Aquí comienzas a contarte historias.

Llegado a este punto, ¿qué impulso sientes? ¿Qué te invita tu cuerpo a hacer? ¿Eres consciente de ello? ¿Sigues esta inclinación? ¿Cómo la sientes físicamente, dónde está localizada? ¡Todo un fascinante mundo para investigar con curiosidad, apertura y aceptación!

Te propongo el siguiente ejercicio, inspirado en una sugerencia de mi amigo Fernando Tobías que encontré leyendo su libro ¿Qué hace el mando de la tele en el frigo?. Te servirá para que vayas entrenando tu atención durante este verano.

Cada vez que sorprendas en ti mismo el impulso de hacer algo, regístralo en tu mente, analiza dónde lo sientes físicamente, localiza en tu cuerpo las sensaciones que lo acompañan. ¡Conviértete en un auténtico detective de los impulsos! Y no hagas nada con el impulso. Si no cedes, estará bien. Y si cedes, también. El objetivo de este ejercicio es que seas consciente de tus impulsos, no que los aplastes.

He seleccionado los siguientes impulsos, más directamente relacionados con la comunicación:

EL IMPULSO DE SACAR EL MÓVIL

La tecnología es un gran aliado de la comunicación. Y puede ser un gran enemigo.

  • Cuando estás hablando con otra persona, ¿sientes el impulso de mirar la pantalla de tu teléfono?
  • Cuando estás contemplando una puesta de sol o un monumento de belleza sobrecogedora, ¿sientes el impulso de hacerte un selfie?
  • Cuando estás viendo a tus hijos jugar, o una actuación espectacular en la calle, o una acción bellísima, ¿sientes el impulso de grabarla con el móvil?

EL IMPULSO DE INTERRUMPIR

A menudo no conversamos, intercalamos monólogos centrados en nosotros mismos.

  • Cuando estás hablando con un amigo, o con un cliente, o con un empleado, ¿sientes el impulso de interrumpirlo para corregir algo que ha dicho?
  • Cuando estás en mitad de una conversación, ¿sientes el impulso de interrumpir para contar que tú también, o que tú más, o que, como tú, ninguno?
  • Cuando otra persona habla, ¿sientes el impulso de interrumpir porque te aburre, o no dice lo que esperas oír, o no va directo al grano?

EL IMPULSO DE GRITAR CON IRA

Según los estoicos, la ira es el choque violento entre tu esperanza y la realidad. ¿Eres consciente de ese choque? Este apartado puede que te resulte el más difícil de todos.

  • Cuando algo te contraría, cuando las cosas no salen como esperabas, cuando los planes se tuercen, ¿sientes el impulso de gritar, jurar o golpear?
  • Cuando otra persona no hace lo que le mandas, o no responde como quisieras, o se comporta de manera diferente a lo que consideras que es su deber, ¿sientes el impulso de gritar, te tensas, tuerces el gesto?
  • Cuando alguien te insulta, cuando te gritan, cuando te sientes injustamente tratado, ¿sientes el impulso de gritar más alto, de responder con violencia, de imponerte?

ENTRENA EL MÚSCULO DE LA ATENCIÓN

Y recuerda que el objetivo de estos ejercicios no es no ceder a los impulsos. El objetivo es que desarrolles el músculo de la atención para crear un espacio cada vez mayor entre el estímulo y la respuesta. Si no existe ese espacio, estás reaccionando, no estás respondiendo. Cuanto mayor sea el espacio, mayor capacidad de elección tendrás.

Observa, investiga, explorar. ¡Recupera el poder de decidir qué hacer ante cada impulso!

DIÁLOGO ABIERTO

¿Cómo es tu relación con los impulsos?