Aunque no es verdad, como han publicado en algunos medios, que PowerPoint haya pasado a ser una herramienta prescindible y que tenga los días contados, pienso que a todos nos conviene presentar de vez en cuando sin él.

En nuestro trabajo diario con cientos de directivos constatamos que las palabras presentación y PowerPoint se han convertido casi en sinónimas. Tanto es así, que cuando por cualquier razón a un presentador le falla su PowerPoint, suelen saltar todas las alarmas como si hubiera sobrevenido el fin del mundo.

¿No te gustaría saber, más allá de toda duda, que eres capaz de presentar tus ideas con seguridad e influencia también sin ayuda de PowerPoint? Esa es una de las certezas principales que impartimos en nuestro curso troncal de comunicación. Pero tú mismo puedes comprobar que es verdad atreviéndote a presentar sin PowerPoint. Quizá no siempre, pero de vez en cuando. Aprenderás muchas cosas, ya verás. Te señalo unas cuantas a continuación.

Mejorarás tu conciencia del espacio y tu movimiento en escena

Para la mayoría de quienes presentan con PowerPoint, el espacio escénico se limita a la distancia que los separa de la pantalla en que se proyectan las diapositivas. Con el cuerpo orientado hacia ella, y sin moverse mucho para no perderla de vista, estos presentadores apenas se desplazan y no llegan a apropiarse del espacio que los rodea. Atrévete a presentar sin PowerPoint y lánzate a ocupar tu espacio. Transmite confianza y comodidad paseando espontánea y naturalmente por la escena. Mantén en todo momento tu rostro y el resto del cuerpo dirigidos hacia tu audiencia y comunicarás sinceridad y tranquilidad.

Podrás relacionarte directamente con tu audiencia

En relación con el epígrafe anterior: cuando no tienes una pantalla a la que mirar, sólo te queda mirar a tu audiencia. Y esto te obliga a relacionarte directamente con ella, sin intermediarios. Y es precisamente esta relación la que te permitirá percibir si estás conectando con tus oyentes. Esto es lo que significa la palabra inglesa feedback: recibes la respuesta que tu presentación provoca en tu audiencia. Y este bucle de alimentación es el mejor indicador a partir del cual introducir modificaciones si notas que no todo está saliendo como te gustaría.

Gestión consciente de la mirada

Esto también está relacionado con el primer epígrafe. Suelo explicar en nuestros cursos que la pantalla hace las veces de refugio para la mirada del presentador inseguro. Mirar al público hace que nos sintamos expuestos porque vemos que ¡el público nos mira! Y por eso preferimos mirar a la pantalla, que no nos mira nunca (por lo menos, por ahora y dado el estado actual de la tecnología). Presenta sin diapositivas y aprovecha la situación para practicar la mirada consciente. Divide a la audiencia en sectores y pasa tu mirada sobre cada uno sucesivamente. Al principio, esfuérzate por seguir una secuencia. Después, cuando sientas que has automatizado el comportamiento, hazlo de manera espontánea.

Tendrás que apoyar tus ideas con un uso consciente de las manos

Si no proyectas diapositivas, tampoco necesitarás sujetar un pasador. Así que tendrás las manos vacías. Y esto, que a primera vista puede parecer aterrador, es una oportunidad inmejorable para que te ejercites en recalcar, apoyar, y ¡hasta dibujar!, tus ideas abstractas con las manos. Ten paciencia. Esto no se aprende en un día. Pero lo importante es empezar a practicarlo.

DIÁLOGO ABIERTO

¿Qué has sentido cuando has presentado sin diapositivas?