“¿Existe eso que llaman Un Minuto de Sabiduría?”
“Por supuesto que existe”, replicó el Maestro.
“Pero un minuto, ¿no es demasiado breve?”
“Al contrario. Es cincuenta y nueve segundos demasiado largo.”
—Anthony de Mello, «¿Quién puede hacer que amanezca?»
Algunas presentaciones parecen no tener fin. Como el conejito Duracell, siguen, y siguen, y siguen. Sí, ya sabemos que tu tema es (para ti) el más interesante del mundo, pero la capacidad de atención de la audiencia posee unos límites bien definidos. ¿Cuánto debería durar una presentación?
El límite de atención se sitúa en 20 minutos
Según algunos estudios mencionados en el artículo The «Change-Up» in Lectures, publicado por los profesores Joan Middendorf and Alan Kalish de la Universidad de Indiana:
“Los estudiantes adultos pueden mantener la atención en una conferencia durante no más de 15 a 20 minutos cada vez.”
A partir de los 15/20 minutos, la capacidad de atención comienza a decaer. A medida que sigue transcurriendo el tiempo, los intervalos de atención se van acortando, hasta los tres o cuatro minutos hacia el final de una charla estándar de una hora.
Mi charla dura 40 minutos, ¿qué hago?
La mayoría de clases en colegios y universidades así como un buen número de presentaciones en todo tipo de foros duran en torno a los 60 minutos. Otra duración típica para una presentación es de 40/45 minutos. En todos los casos, observamos cómo las presentaciones suelen durar más de lo que los estudios revelan que un adulto puede mantener la atención. ¿Tiene sentido entonces dar una charla de más de 20 minutos? ¿Cómo puede resolverse este dilema?
En principio, una charla no debería extenderse más allá de esos 20 minutos. Nunca he oído a nadie quejarse porque una presentación fuera demasiado corta. A menudo, si no eres capaz de transmitir tu mensaje en ese tiempo se debe a uno o varios de los siguientes motivos:
- No lo has visualizado con claridad en tu mente.
- Te extiendes y embrollas innecesariamente con rodeos y circunloquios.
- Aportas excesivos detalles.
- Intentas abarcar demasiado.
Sería mucho más provechoso si hablases durante 20 minutos y el resto del tiempo lo dedicases a responder preguntas del público o a hacerlo participar de alguna manera que ayude a fijar la idea nuclear de tu discurso.
Asumiendo que vas a hablar durante los 45 ó 60 minutos, puedes estructurar tu presentación como dos o tres minipresentaciones de 20 minutos cada una, con un cambio muy marcado entre cada una de ellas. De esta manera, conseguirás reiniciar el contador de atención.
Los cambios periódicos mantienen los niveles de atención
En esos cambios periódicos puedes utilizar multitud de elementos diferentes: un vídeo, una historia, una anécdota, un ejemplo, una demo, un experimento con el público, preguntas que hagan participar a la audiencia, etc. Usa tu imaginación.
Eso sí, hagas lo que hagas, el objetivo no debe ser simplemente distender el ambiente o recuperar la atención perdida, sino que el elemento utilizado debe guardar relación integral con el tema de la presentación. Tu objetivo es comunicar un mensaje y que sea comprendido y recordado, no entretener como un monologuista cómico. Si eliges bien el momento y el contenido de los cambios, no sólo ayudarán a mantener los niveles de atención, sino a aumentar la comprensión de las ideas expuestas.
Cada veinte minutos, ¡cambia de marcha!
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El mayor pecado es pasarse del tiempo
Muy interesante el comentario soy una de las personas que me impasienta cuando se alarga un discurso una charla me parece innecesario a buen entendedor como d8cw el refran pocas palabras..es mejor dejar satisfecho al publico y que quedar con ganas que hastiados y casi siempre sucede lo hastiado….
sierto unu
Efectivamente, cuando vamos a escuchar a una persona, por más que nos pueda interesar el tema, a partir de un determinado momento (cómo tu indicas 20 minutos), o nos «entretienen» participando con preguntas o nos hacen algún tipo de «quiebro» para que volvamos a retomar el hilo de la charla y prestemos el 100% de atención. Si no, cuántas veces me ha ocurrido comenzar muy interesada, y después de un buen rato, sin quererlo a pesar de lo interesante del tema, he terminado escribiendo o dibujando, pensando en lo que iba a hacer más tarde… .