“Cuando nos paramos al frente de un público para pedir su aprobación, admiración y aceptación, nuestro ego tiene mucho que perder, entra en estado de pánico al exponerse a una posible tragedia, a sentirse no querido ni aceptado. En cambio, cuando nos paramos frente al público con actitud de servicio, de entrega de lo mejor que podemos ofrecer… el miedo no tiene cabida”.
—Alexander Albán Alencar

Sentir miedo es algo natural e inherente al ser humano

Es una de las emociones básicas y éstas no son ni buenas ni malas, sino agradables o, como es el caso, desagradables. Su función primigenia consiste en alertarnos de un peligro existente, lo que conlleva una reacción física: se acelera la respiración, el pulso se dispara, se dilatan las pupilas, los sentidos se agudizan etc…

Esta artillería fisiológica ha sido clave para nuestra supervivencia como especie ya que ante una amenaza real prepara el cuerpo de tres posibles maneras: lucha, huida o parálisis. El dilema surge cuando una situación aparentemente inocua genera idénticos síntomas, como sucede con el conocido Miedo Escénico. En algunos casos es tan fuerte que la persona que lo padece preferiría ser el muerto en un funeral que el encargado de pronunciar un discurso para el finado.

Somos seres sociales y tememos la desaprobación, la burla y el ridículo

En definitiva, tememos aquello que pueda conllevar rechazo y soledad. Afortunadamente existen métodos para superar esta situación, maneras de transformar el conocido Miedo Escénico en Placer Escénico.

Las claves para lograrlo residen en la confianza. La buena noticia es que ésta puede trabajarse a través de sencillos ejercicios de inteligencia emocional y coaching.

Algunas de estas claves para acercarnos a ese Placer Escénico tienen que ver con la preparación previa del ponente y consisten en realizar un reencuadre mental, esto es, generar una nueva perspectiva de la situación que nos paraliza.

Inicialmente podemos neutralizar ese miedo liberando nuestras creencias limitantes, ideas propias que nos hacemos respecto a algo y damos por ciertas sin dudar, por otras más facilitadoras. Valdría por ejemplo sustituir un “yo no sé hablar en público” por una creencia empoderadora como es “si se me mete algo en la cabeza, lo consigo”. Esta nueva imagen de nosotros mismos nos aportará confianza y será el acicate que necesitamos para ponernos frente al público.

Es conveniente recordar que la comunicación es siempre un intercambio y que todos tenemos algo que compartir que puede resultarle útil a otra persona, ¿por qué no disfrutar entonces de este generoso trueque?

En conclusión, el objetivo no es compensar ese miedo, es disfrutar del Placer Escénico y para lograrlo es importante haber interiorizado una premisa fundamental:

Nadie hay que sea más que yo, ni soy yo más que otra persona”.

Por simple que parezca su enunciado, creer por completo esta afirmación propiciará que disfrutes en el escenario como nunca antes lo habías hecho.

¿Te atreves a comprobarlo?

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DIÁLOGO ABIERTO

¿Has disfrutado alguna vez sobre el escenario hablando en público? Cuéntanos cómo fue tu experiencia.

[Créditos de las imágenes: “Tragedy” y “Comedy” diseñados por Karl Turner en el Noun Project.]

Escrito por Mónica Galán Bravo, Coach de Comunicación, Oratoria y entrenamiento de la Voz.