¿Qué es lo peor que le puede pasar a un presentador? Es una pregunta que siempre formulamos en nuestros cursos.

«Quedarse en blanco y no saber cómo continuar», «que nadie le preste atención», «que no funcione su PowerPoint», suele ser lo que nos responden los participantes.

En El Arte de Presentar sostenemos que toda presentación debe producir un cambio en la audiencia. Los vídeos de las charlas TED son enormemente populares por ese motivo: comunican ideas poderosas que propician cambios importantes en quienes las escuchan.

Este es el tercer artículo que dedico a describir cómo me estoy preparando para participar en el próximo TEDxMalagueta. Si recuerdas, en la anterior entrega te expliqué cómo me desprendí de lo superfluo para reducir mi exposición a sus ideas fundamentales más poderosas. Hoy quiero explicarte cómo encontré el final inspirador que me faltaba.

Que tus ideas provoquen un cambio en tu audiencia

«Lo peor que le puede pasar a un presentador es que, acabada su presentación, no pase nada». Así contesto a la pregunta con la que he comenzado. Mi charla TED necesitaba un final que animase a actuar; un final inspirador que señalase el rumbo hacia el mundo mejor que todos ansiamos.

De acuerdo con la Regla del 3, estas iban a ser las ideas principales de mi exposición:

  1. No es injusto que los profesionales (cantantes, deportistas, artistas, etc.) excelentes tengan altísimos ingresos.
  2. No es injusto que los empresarios exitosos acumulen grandes fortunas proporcionando productos y servicios de valor en el mercado.
  3. Es injusto que ciertas personas y grupos se garanticen altísimos ingresos y grandes fortunas obteniendo favores y privilegios de los gobernantes.

Necesitaba terminar mi presentación animando a la audiencia a avanzar hacia un mundo mejor, más justo, en que nadie disfrutase de esa clase de privilegios.

Construye una secuencia de emociones que desemboque en un sentimiento positivo

No me parecía apropiado terminar mi presentación con la idea número tres. ¿Te figuras por qué? Es una denuncia, una protesta contra una situación injusta. Como tal, pretendo expresarla con indignación y gravedad y que la audiencia comparta ese sentimiento conmigo. Pero no es esa la forma en que quiero terminar mi exposición. Necesito dar la vuelta a ese momento y compensarlo con algo positivo y constructivo que nos muestre la posibilidad de una sociedad mejor, algo que siembre en mi audiencia una semilla de esperanza y de confianza en que un mundo más justo es posible.

¿Te das cuenta de cómo estoy construyendo una secuencia de emociones y procurando culminarla con ilusión y entusiasmo?

No expliques sólo qué hacer; explica también cómo hacerlo

Pero a mi final le seguía faltando un elemento. Una vez señalado el destino hacia el que debemos avanzar, ¿qué pasos debemos dar para alcanzarlo? Una vez señalado el qué (el objetivo) necesitaba explicar el cómo (los pasos). Esa, de hecho, es una de las claves imprescindibles de la persuasión: no basta mostrar a tus oyentes lo que quieres que hagan; tienes que explicarles los pasos para lograrlo; sobre todo, el primero de ellos. Tu meta es conseguir que den el primer paso en la dirección que has indicado.

Y así es como creo haber encontrado un final inspirador para mi presentación.

El guion de mi presentación ya está completo. Ahora toca ensayarlo. ¿Debo memorizarlo? ¿Debo grabar en vídeo los ensayos? En el próximo artículo pretendo responder a esas y otras preguntas.

DIÁLOGO ABIERTO

¿Estás de acuerdo en que el objetivo de toda presentación es provocar un cambio en la audiencia?