«Valiente no es el que no siente miedo –ése es el impávido, el insensible–, sino el que no le hace caso, el que es capaz de cabalgar sobre el tigre».

— José Antonio Marina, Anatomía Del Miedo

¿Sientes miedo al hablar en público? ¡Enhorabuena! No estás solo. Todos lo sentimos. De verdad. ¡Que sí! Los nervios al hablar en público son naturales. Y fíjate, aún te voy a decir más: son incluso necesarios.

«¿Cómo? ¿Que es bueno sentir miedo?» Pues sí. Sin miedo no hay tensión. Sin tensión no hay reflejos. Una pequeña dosis de tensión ayuda a hablar mejor.

Desconfío de una persona que me dice toda orgullosa que no siente nervios al hablar en público. Cuando oigo eso de «Yo no tengo miedo», me echo a temblar. Me pregunto: ¿te importan esas personas a quien hablas?

Si no sientes miedo, ¿de verdad te interesas por la audiencia?

​En una entrada anterior te proponía que dejases de hacer presentaciones y empezases a hacer regalos. El regalo se produce cuando compartes tu conocimiento y tu experiencia y aportas valor a la audiencia porque le ayudas a alcanzar algún resultado o a evitar algún problema.

Imagínate ahora que estás haciendo un regalo convencional a una persona que te importa mucho. ¿Cómo te sientes cuando se lo estás entregando? Lo normal es que se mezclen dos emociones aparentemente contrapuestas. Por un lado, sentirás alegría, gozo, ilusión porque tienes la sensación de estar prestando un bonito servicio. Por otro lado, sentirás nervios, inquietud, temor porque no sabes cómo recibirá el regalo. Por lo tanto, cuando una persona te importa de verdad, al hacerle un regalo se mezclarán la alegría de regalar y los nervios de la incertidumbre.

¿Y si al hacer el regalo no sintieras nada de nervios? Eso sería muy mala señal, ¿no crees? Estaría indicando que en el fondo esa persona a la que le haces el regalo no te importa demasiado. Para mí es clave que aprendas a distinguir estos dos tipos de miedo:

  • Los nervios de desear que tu regalo realmente le aporte valor a esa persona que tanto aprecias, que lo encuentre útil, que lo utilice con ilusión.
  • Los nervios que sientes cuando quieres hacer un regalo para impresionar, para que digan que nunca han recibido un regalo tan bueno como el tuyo, para que el tuyo destaque entre los regalos de otras personas.

¿Notas la diferencia entre ambos miedos? El primero surge del deseo de ayudar, de resultar útil, de aportar valor. El segundo brota de la necesidad de destacar, de recibir la admiración del grupo, de acariciar tu ego.

Cuando das sin tomar, cada presentación es un regalo

Volvamos al mundo de las presentaciones. ¿De dónde surge tu miedo? Ponte en situación. Estás a punto de hablar en público o incluso aún quedan días para que hables. Empiezas a sentir nervios. ¿Qué los motiva? ¿Destacar, impresionar, ser el primero? ¿Aportar valor, ayudar a resolver un problema, contribuir a alcanzar un objetivo?

El primer miedo (phobos) está enfocado en ti mismo: te agarrota, te enquista, te vuelve mal comunicador por brillante que resulte tu exposición final. El segundo miedo (deos) está enfocado en la audiencia: te engrandece, te ayuda a dar lo mejor de ti mismo, te vuelve buen comunicador por pobre que sea el resultado final. Tu deseo de ayudar es más fuerte que tu deseo de seguridad.

Comenzarás a vencer tu miedo cuando asumas que has de convivir con una pequeña dosis de nervios al hablar en público.

[¿Quieres aprender a sentirte más cómodo y seguro sobre el escenario? Apúntate a nuestro próximo curso sobre Cómo Hablar en Público.]

DIÁLOGO ABIERTO

¿Qué clase de miedo sientes al hablar en público?